Con el episodio 2 de la temporada 3 de Fundación, titulado Shadows in the Math, la serie de Apple TV+ se permite una pausa: el capítulo es un catálogo de males futuros, pasados irresueltos y amenazas latentes. Todo está en ruinas: los Cleon agonizan por dentro, Gaal hereda un legado imposible y el Mulo confirma que la amenaza no será, sino que ya es. Fundación 3×2 profundiza el relato a la manera de la serie: con temporalidades fracturadas, conspiraciones silenciosas y un poder que finalmente comienza a admitir que ya está perdido.

Fundación temporada 3, episodio 2: La agonía del Imperio
El desmoronamiento del Imperio no necesita rebeliones ni explosiones. Basta con la genética. El deterioro de la dinastía de clones que comenzó con la manipulación del ADN en la temporada 2 ha alcanzado un punto de no retorno.
Los Cleon ya no son copias: son sombras cada vez más inestables de sí mismos. Ocaso tiene diez días antes de ser decomisionado, pero todavía tiene tiempo para suplicar. Lo hace con Demerzel, que le responde con la frialdad de lo irreversible: “Yo soy el reloj de cada Cleon. Y el tiempo que marco es exacto”. Lo hace con Día, que lo despide con una frase que define toda la crisis imperial: “Somos muñecos de trapo vestidos como reyes”.
Día (Lee Pace) ha abandonado toda pretensión de gobernar. Se droga, apuesta, tiene un camello. Su reino es un chiste que ya ni él mismo entiende. La escena en la que se corta el brazo para demostrar cómo funcionan los nanobots de su sangre condensa el estado del Imperio: inmortalidad técnica, decadencia moral.

La Novácula: La Estrella de la Muerte de Fundación
Pero Fundación no se conforma con mostrar las ruinas: Ocaso, mientras negocia su permanencia, revela su legado: la Novácula. Una estación espacial que orbita un agujero negro y dispara un rayo capaz de destruir planetas. Es una versión de la Estrella de la Muerte de Star Wars. Una que deja escombros y caos. Es el último gesto de una dinastía que ya no cree en la historia, solo en la disuasión.
Gaal: La herencia del cálculo
En el otro extremo del tiempo, Gaal y Hari se preparan para lo que saben que no podrán controlar. El episodio 2 de la temporada 3 de Fundación abre con un salto de 151 años al pasado, en Ignis, donde la Segunda Fundación se gesta entre sesiones de psicohistoria y entrenamientos mentálicos. Gaal, cada vez más protagonista, asume su responsabilidad de enfrentar al Mulo.

La segunda muerte de Hari Seldon
Cuando vuelve a despertar, 148 años después, encuentra a Hari viejo, sereno, exhausto. Él le deja el Radiante, con información sobre las ocho crisis, pero omite lo esencial: la certeza de su propia muerte. Hari muere o se evapora acompañado por Kalle –la autora del libro La Novena Prueba de Plegado, ahora una figura mística de la Fundación–, cruza un portal hacia las cuevas de Oona. Es el último acto del Hari Seldon humano. El holograma en la Bóveda seguirá en Nuevo Terminus. Pero el hombre ha partido y Gaal ha heredado la dirección del futuro. Pero es un futuro que ya no tiene mapa.
El encuentro inminente con el Mulo
El Mulo es el punto de quiebre del relato. No por su poder sino por su lógica. No domina territorios, domina voluntades. No conquista con armas, conquista con devoción.
Kalgan es el presente del horror. El Mulo, ya instalado en el planeta, ofrece cenas y amenazas en partes iguales. La escena con Skirlet, la hija del Archiduque suicidado en el episodio 1, es de una crueldad ejemplar: la obliga a apuntarse a la cabeza con el arma de su padre. No hay disparo. Hay obediencia feliz. No se trata solo de obediencia. Se trata de amor inducido. El Mulo domina y seduce. Y la seducción es más peligrosa que el miedo.
En ese gesto se define su dominio: no necesita matar para gobernar, basta con demostrar que puede hacer que todos deseen matarse por él.
Toran y Bayta Mallow: La frivolidad como herencia
En una línea narrativa que por ahora parece lateral, aparecen Toran y Bayta Mallow. El último descendiente de Hober Mallow heredó los privilegios pero no la responsabilidad. Está en su luna de miel, ajeno a la guerra. Vive en el confort, pero el futuro ya le tapa el sol.
Han Pritcher los visita para reclutarlos. Son útiles. Son nombres con acceso. La inteligencia de la Fundación necesita espías con apellido para enfrentar al Mulo. Y ellos, entre arrogancia y miedo, aceptan. Por conveniencia o por obligación. No importa. Ya están adentro.

Alba y Gaal: La alianza secreta
El último giro del episodio 2 de la temporada 3 de Fundación reconfigura todas las piezas. Llega desde Trantor. Alba, el más joven de los Cleon, parece el único con visión estratégica. En secreto, establece contacto con Gaal. “Esperaba tu llamada desde que oí el nombre”. Gaal responde con precisión: “Es hora de que el Imperio se vuelva útil”.
La alianza está sellada. El Cleon más lúcido y la heredera de la psicohistoria unen fuerzas. No para preservar el Imperio sino para enfrentar lo que viene: la Tercera Crisis. El Mulo es apenas el prólogo. Lo peor aún no ha llegado.
La fuerza del episodio 2 de la temporada 3 de Fundación está en el diagnóstico: el Imperio está perdido, la Fundación está ciega, y el tiempo se ha vuelto irreversible. La narrativa se fragmenta, pero no se dispersa. Cada línea temporal empuja en la misma dirección: la imposibilidad de controlar lo que ya empezó.
La serie sigue ampliando su mitología con coherencia y detalle. La Novacula, el Radiante, la nave Lengua Negra, los Mentalics: no son solo gadgets o nombres grandilocuentes. Son síntomas de una civilización que, ante la amenaza, no responde con reforma, sino con armas de destrucción a escala planetaria, con exilio, con más profecías.
Lo que propone el episodio 2 de la temporada 3 de Fundación no es una lucha entre imperios, ni una guerra entre racionalidad y caos. Es la evidencia de que las ficciones que sostenían el universo –el Plan, la clonación, la predicción– ya no funcionan. El futuro ha dejado de ser una estadística. Ahora es una pregunta sin ecuación.
DISPONIBLE EN APPLE TV+.



