Fundación 3, episodio 7: El origen del Mulo y la alucinación de Día

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El episodio 7 de la temporada 3 de Fundación, el Imperio y el antagonista se enfrentan a sus fracturas internas a través del viaje introspectivo de Hermano Día y la historia de la infancia rota del Mulo.

El episodio 7 de la temporada 3 de Fundación, titulado El Fin de la Fundación, despliega dos núcleos dramáticos que marcan el rumbo de la serie: la exploración de los fantasmas internos de Hermano Día y la revelación del pasado del Mulo. Ambos pasajes, aunque distintos en tono y en escenario, apuntan a un mismo objetivo: interrogar la fragilidad humana frente a fuerzas íntimas, personales y, por lo tanto, incontrolables.

El episodio 7 se abre en Rossum, un planeta agrícola de la Periferia. Allí se narra el origen del Mulo: un niño nacido en un contexto de opresión administrativa de la Fundación, donde las cuotas de producción y la política de control natal dejan a las familias ante dilemas imposibles. El relato funciona como contracara de la épica política: lo que Asimov insinuó en sus novelas con un villano dotado de poderes mentales, la serie lo concreta en una historia de infancia rota por la violencia institucional.

En paralelo, en Gaia, Hermano Día es sometido por Song (Yootha Wong-Loi-Sing) y el líder de La Herencia a un ritual alucinógeno para confirmar la existencia de Demerzel. El viaje psicoativo lo arrastra hacia una confrontación con sus miedos y con la figura de la robot en una secuencia no solo desarma la idea de la genética como garantía de continuidad dinástica, sino que introduce la grieta más profunda hasta ahora en el poder imperial.

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Lee Pace como Hermano Día en el episodio 7 de la temporada 3 de Fundación

Fundación temporada 3, episodio 7: La alucinación de Hermano Día

El itinerario de Hermano Día (Lee Pace) en el episodio 7 es un descenso a su propia fabricación. Forzado a beber un preparado que lo enfrenta con su “verdadero yo”, el emperador se hunde en una serie de visiones que reformulan la relación entre el Imperio y Demerzel (Laura Birn). El pasaje más perturbador lo muestra desnudo en un palacio sombrío, perseguido por voces que lo acusan y confrontado con la imagen de la robot emergiendo de los tapices.

La revelación central está en la tensión entre el origen artificial de Día y su búsqueda de autenticidad. Su frase –“no nací, fui hecho”– condensa el dilema de toda la Dinastía Génética: una legitimidad cimentada en la repetición y no en la experiencia. La visión le permite comprender que Demerzel, aunque atada a mandatos de programación, sostiene una relación con los Cleon que excede la obediencia. El recuerdo de un joven Cleon disculpándose por las fallas genéticas de la estirpe marca el giro: la promesa de eternidad de la Dinastía no resiste el paso del tiempo, ni siquiera en la carne clonada.

Lo que diferencia el episodio 7 de la temporada 3 de Fundación es el grado de interioridad. La serie construye a Hermano Día no solo como figura política, sino como individuo que atraviesa el temor a la desintegración. En los libros de Isaac Asimov, la Dinastía carece de este nivel introspectivo: el agregado audiovisual expone la crisis personal que anticipa el derrumbe del poder imperial.

La irrupción de Sunmaster-18 (Blake Ritson) añade un nuevo eje a la trama. Su presencia confirma que la Herencia funciona como contrapeso religioso y político al dominio imperial, pero también como mediador frente al enigma de Demerzel.

La introducción del personaje, con su báculo coronado por la “cabeza de Dios”, abre un campo de tensión distinto: ya no se trata solo de la lucha entre clones, la Fundación y el Mulo, sino de la aparición de un poder que apela a la legitimidad simbólica y al mito como herramienta de control. En contraste con la lógica científica de Seldon y con el dominio telepático del Mulo, Sunmaster-18 representa una tercera forma de autoridad, más ambigua, que aún no revela hasta dónde puede inclinar el curso de la historia.

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Pilou Asbæk como el Mulo en el episodio 7 de la temporada 3 de Fundación

El origen del Mulo: Las diferencias de la serie con las novelas

Si en las novelas de Asimov el Mulo es presentado como un mutante cuyas habilidades telepáticas le permiten alterar voluntades y torcer el curso de la Psicohistoria, en la serie se elige un relato más íntimo y brutal. El episodio lo muestra como un niño abandonado a una elección imposible: ser víctima de la violencia de sus padres, forzados por las normas del régimen, o activar sus poderes para sobrevivir.

La escena en la que sus progenitores intentan ahogarlo en un depósito de agua y el despertar de sus habilidades mentálicas funciona como punto de origen de su identidad. El gesto con el que obliga a sus padres a amarlo en el instante previo a que se ahoguen reescribe su destino: el Mulo no es simplemente un mutante, sino un sobreviviente que ha aprendido a imponer afecto allí donde no lo recibe.

Mientras Asimov se concentraba en el efecto disruptivo del Mulo sobre la Psicohistoria, el episodio 7 de la temporada 3 de Fundación introduce la biografía personal como motor narrativo. No solo entendemos su poder, sino también su resentimiento: la violencia institucional de la Fundación, sumada a la traición de su familia, explica su ambición de dominar y su miedo a la soledad. Este arco convierte al personaje en algo más que un antagonista: lo ubica en la frontera entre víctima y verdugo.

En el tramo final del episodio, el Mulo se enfrenta a la proyección de Hari Seldon (Jared Harris) bajo la Bóveda. La escena sintetiza el cruce entre mito y contramito: el plan que aspira a ordenar la historia frente al individuo que la rompe. El Mulo exhibe su relato de infancia como justificación y desafío, mientras Seldon pone en duda la autenticidad de esa memoria. La sonrisa del Mulo, satisfecho ante la posibilidad de que la verdad ya no importe, instala un dilema central: no es solo la Psicohistoria la que se tambalea, sino la idea misma de que el pasado pueda fijar el futuro.

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Blake Ritson como Sunmaster-18 en el episodio 7 de la temporada 3 de Fundación

Entre la Fundación y el Imperio: La fragilidad de las estructuras

El episodio 7 de la temporada 3 de Fundación construye un paralelismo entre dos colapsos: el de la Dinastía, atrapada en su propia lógica de clonación, y el de la Fundación, derrotada militarmente por el Mulo (Pilou Asbæk). En ambos casos, el orden que pretendía ser estable se quiebra desde adentro.

La caída de New Terminus, con la rendición del alcalde Indbur (Leo Bill) y la ejecución pública de disidentes, confirma que la Fundación ya no puede sostenerse como garante de una alternativa. El poder del Mulo no reside únicamente en su capacidad de controlar voluntades: se alimenta de las fracturas internas de sus enemigos.

El episodio 7, así, establece que el futuro de la saga se definirá no en los planes de Hari Seldon ni en las maquinaciones del Imperio, sino en la intersección entre lo personal y lo político. El dolor de la infancia del Mulo y la angustia existencial de Día son dos caras de una misma verdad: ninguna estructura es inmune a la fragilidad de quienes la sostienen.

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