Cuando comienza el episodio 3 de la temporada 3 de Fundación, el Imperio ya cayó, solo que todavía no lo sabe. En Trantor, tres hombres idénticos que aún se hacen llamar emperadores pelean por evitar el derrumbe. No pelean entre sí, pero cada uno intenta sostener la historia a su modo. Uno huye, otro se adapta, el tercero conspira. Titulado Cuando un Libro te Encuentra, el tercer episodio es el momento en que esa dinastía clónica se parte desde adentro, cuando lo que Asimov diseñó como maquinaria perfecta empieza a actuar como lo que siempre quiso evitar: como humanos.
Desde hace tres siglos, la genética había reemplazado a la voluntad. Ya no había herederos sino clones. El legado imperial se garantizaba replicando a un solo hombre –Cleon I– una y otra vez. Pero lo que David S. Goyer y Josh Friedman imaginaron para esta adaptación fue precisamente lo contrario: que el drama aparezca cuando la copia empieza a elegir. Alba duda. Ocaso observa. Día traiciona. El resultado no es un quiebre: es una transformación.
Fundación temporada 3, episodio 3: Alba, Gaal y la conspiración que nació en una biblioteca
Tres años atrás, Hermano Alba (Cassian Bilton) entró a una sala prohibida del archivo imperial. No buscaba un arma, ni un aliado. Buscaba un libro prohibido: La Novena Prueba de Plegado de Kalle (Rowena King). Así conoció a Gaal Dornick (Lou Llobel). El encuentro se planteó como casual. No lo era. La fundadora de la Segunda Fundación estaba esperando a su interlocutor desde hacía siglos. Él apareció con bigote falso, preguntas sinceras y una confesión: sentía que el Radiante era “el lenguaje de los ángeles”. No entendía todo. Pero creía. Esa fe bastó para que Gaal lo reclutara.
En el presente, Alba intenta que el Imperio intervenga en Kalgan. El plan de Gaal es sencillo: emitir una orden de clausura para aislar al Mulo antes de que su influencia se vuelva incontrolable. El problema es la política. Kalgan no pertenece ni al Imperio ni a la Fundación. Alba debería convocar al Consejo Galáctico, lo que revelaría su alianza con Gaal y, peor aún, su disenso con Demerzel. Lo intenta de todos modos. Pero ya es tarde.
Alba no es un líder aún. Ni siquiera es emperador. Pero se convierte en protagonista porque es el primero de los Cleon que decide hacer algo que no estaba en su código: actuar por convicción.
El Mulo en Kalgan: Música, tortura y profecía
En Kalgan, el Mulo (Pilou Asbæk) juega su propio juego. Organiza fiestas, ofrece espectáculos y ejecuta traidores. No lidera: hechiza. No negocia: manipula. Cuando Han Pritcher y los Mallows lo enfrentan, el resultado es previsible: uno huye, los otros dos apenas escapan. Magnifico Giganticus –el trovador eléctrico al servicio del Mulo– se convierte en rehén voluntario. Lo que parecía una misión diplomática se vuelve una fuga.
Pero lo inquietante no es la violencia. Es la estrategia. El Mulo no improvisa. Fingirse lunático es parte del plan. Su conversación con los Cleon lo deja claro: desprecia la herencia imperial y sabe que su debilidad es estructural. Los Cleon nacieron en un palacio. Nunca tuvieron que conquistar nada. Él sí. Por eso va a ganar.
Pilou Asbæk interpreta al Mulo con un sadismo teatral, como si Euron Greyjoy hubiese leído a Nietzsche. En vez de matar a Toran, decide pelarle la piel de la mano mientras ríe. Tiene el poder de destruir una nave con la mente, pero prefiere el sufrimiento directo. No es solo un tirano sino un sádico: alguien que encuentra placer en el sufrimiento ajeno. El verdadero horror no está en lo que hizo, sino en lo que va a hacer. Porque él mismo lo dice: todo esto estaba previsto.
Fundación: Demerzel y la Herencia de Song
Hermano Día (Lee Pace) quiere escapar. No del Mulo, sino del Palacio. Planea irse con Song (Yootha Wong-Loi-Sing), su amante. Cree que el mundo exterior será mejor que el trono. Le confía su mayor secreto: Demerzel es un robot. Espera comprensión pero obtiene otra cosa: veneración.
Song no teme a Demerzel: la idolatra. Pertenece a una religión oculta –la Herencia– que espera el regreso del dominio robótico. Una secta que sobrevive en silencio y venera a la única androide funcional que queda. El gesto que Song le hace a Demerzel –dos dedos sobre el antebrazo– es su liturgia.
La revelación desestabiliza el episodio 3 de la temporada 3 de Fundación. No por lo que dice sobre Song, sino por lo que dice sobre Demerzel. Durante tres siglos, ella fue la cuidadora silenciosa de los emperadores. Pero ahora encuentra algo que no esperaba: fieles. Decide no matarla. Le borra la memoria. Dice que lo hace por Día. Pero su voz suena más solemne que afectuosa. Como si estuviera aceptando una profecía que se acerca.
El dilema es simple: ¿puede un ser programado ejercer la misericordia? ¿Puede el último robot de la galaxia sentirse adorado y no desear reinar otra vez?
Cleones al borde del abismo: El ocaso de una dinastía
La reunión final entre los tres Cleon es simbólica. Alba pide formalizar la clausura sobre Kalgan. Ocaso y Demerzel se oponen. Día escucha, duda y finalmente se niega. Prefiere preservar la imagen del Imperio, incluso si eso significa dejar crecer al enemigo. La escena termina con una petaca compartida y una frase: “Fuerza, sabiduría y fortaleza”. Es un momento raro, en el que los tres conectan como una familia y no como tres versiones de los mismo.
En una escena posterior, Demerzel explica a Día que Song ha sido “reiniciada”. No recuerda su fe, ni su amor. Día asiente, pero queda deshecho. No solo perdió a su amante: también perdió su última certeza. Porque si Demerzel puede decidir qué memoria borrar y cuál preservar, entonces no es su sirvienta. Es su dueña.
En el episodio 3 de la temporada 3, Fundación da un giro decisivo: la historia deja de girar en torno al plan de Seldon y se vuelve íntima. Los Cleon ya no representan un sistema perfecto: son hombres asustados, divididos, solos. Comienzan a actuar como humanos. Y eso basta para hundirlos.
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