Ozzy Osbourne: No Escape From Now y Coming Home, los dos documentales que cierran su historia

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Dos documentales retratan los últimos años de Ozzy Osbourne, entre la enfermedad y el amor, y muestran cómo el hombre sobrevivió al mito.

Ozzy Osbourne murió el 22 de julio de 2025, dos semanas después de su último concierto en Birmingham. La noticia sorprendió a la industria, pero también selló un final que ya había empezado a escribirse. Su cuerpo se apagaba desde hacía tiempo, pero su voz –esa mezcla de fragilidad y furia– seguía resonando. Ahora, dos documentales reconstruyen esos años finales: Ozzy: No Escape from Now, dirigido por Tania Alexander y estrenado en Paramount+, y Sharon & Ozzy Osbourne: Coming Home, que llegó a Peacock tras su paso por la BBC.

Ambos trabajos parten del mismo punto: la despedida. No son biografías, ni homenajes complacientes. Son observaciones íntimas sobre cómo un músico que hizo del exceso un lenguaje terminó enfrentándose al silencio. Alexander comenzó a filmar a Ozzy Osbourne y su familia cinco años antes de su muerte, con la intención de capturar un relato en desarrollo, no un epitafio. Y lo logró: su película sigue al artista en la enfermedad, la rehabilitación y el regreso improbable al escenario.

La historia que cuentan estos documentales no busca engrandecer la figura de Ozzy Osbourne. La desarma. Muestra lo que queda cuando el cuerpo ya no obedece y el espectáculo deja de ser una máscara. Muestra, también, que detrás del personaje había un hombre que nunca dejó de cantar.

No Escape From Now: Ozzy Osbourne y el registro de los últimos años

En No Escape from Now, la cámara sigue a Ozzy desde su caída en 2019, que agravó las lesiones en cuello y columna y derivó en operaciones sucesivas. La recuperación fue lenta y, en algunos tramos, insoportable de ver. Sharon Osbourne aparece en cada etapa como cronista involuntaria de ese deterioro: la vemos anunciar internaciones, describir síntomas, recibir diagnósticos. Pero la película no se queda ahí. Alterna esos fragmentos con momentos de energía pura: las sesiones de grabación de Ordinary Man (2020) y Patient Number 9 (2022), discos que Ozzy grabó rodeado de músicos que crecieron escuchándolo –Post Malone, Elton John, Slash, Jeff Beck, Eric Clapton– y que parecían devolverle algo del impulso perdido.

Alexander evita el dramatismo. Su cámara observa sin intervenir, sin subrayar la fragilidad ni romantizar el dolor. El tono es sobrio, casi clínico, y por eso mismo más devastador. En una de las escenas más recordadas, Ozzy se ríe de su propia dependencia farmacológica: “Antes tomaba pastillas por diversión. Ahora las tomo para seguir vivo”. Es una frase que condensa la lucidez con la que enfrentó sus últimos años: sin autocompasión, sin negación, sin necesidad de quedar bien.

El documental culmina con las imágenes del concierto Back to the Beginning, celebrado en su ciudad natal. Ozzy canta desde un trono, exhausto y feliz, mientras la cámara se detiene en los rostros del público. No hay solemnidad: hay una comunión. La película corta en negro justo después de ese momento, y Alexander decidió mantenerlo así incluso tras la muerte del músico. La historia estaba completa.

Sharon & Ozzy Osbourne: El regreso al hogar

El segundo documental, Sharon & Ozzy Osbourne: Coming Home, adopta un registro más íntimo. Originalmente concebido como una serie de la BBC sobre el regreso del matrimonio Osbourne a Inglaterra, se transformó en un retrato de la vida doméstica cuando la enfermedad ya marcaba los días. La película funciona como espejo del anterior: mientras No Escape From Now sigue el proceso público del deterioro, Coming Home muestra el ámbito privado que lo sostuvo.

Vemos a la pareja en traslados médicos, en charlas banales, en momentos de humor involuntario. Ozzy Osbourne mantiene su ironía incluso en medio del cansancio. Sharon, con la naturalidad de quien ha sido productora, esposa y enfermera a la vez, le responde con la misma mezcla de ternura y exasperación. El documental rescata esa dinámica sin idealizarla: es el retrato de dos personas que aprendieron a sobrevivir juntas a todo, incluso a la fama.

El film también se conecta con The Osbournes, el reality que definió una era de televisión familiar y que ahora se revisa desde la distancia. Pero el tiempo cambia la mirada. Lo que antes era exceso y espectáculo, ahora es un registro de resistencia. Sharon y Ozzy no actúan: apenas viven, y eso basta. La cámara capta silencios, gestos torpes, miradas que resumen una historia compartida de medio siglo. En ese sentido, Coming Home completa lo que No Escape From Now sugiere: que la carrera de Ozzy Osbourne no puede separarse de su matrimonio, ni su mito de su humanidad.

Los documentales sobre Ozzy Osbourne: Del mito al hombre

Los dos documentales, vistos juntos, componen algo más que una despedida. Son un estudio sobre la exposición, el desgaste y la posibilidad de redención. Ozzy Osbourne fue uno de los pocos músicos que lograron trascender su propio personaje: el “Príncipe de las Tinieblas” se volvió una figura cultural, pero también un hombre frágil que supo mostrarse sin máscaras cuando ya no quedaba nada que ocultar.

Tania Alexander, en entrevistas, insiste en que su objetivo no era hacer un retrato “definitivo”, sino una historia que siguiera respirando después del final. Lo consigue. Su película no clausura nada, apenas observa cómo una vida pública se convierte en una vida filmada. La de Sharon y Ozzy, por su parte, traduce lo doméstico en una forma de resistencia: cuidar, grabar, recordar.

Ambas obras terminan con imágenes del funeral multitudinario en el Reino Unido. Pero incluso allí, en la solemnidad, hay una continuidad. El hombre que enseñó a reírse del miedo sigue presente en esas escenas. La familia, los músicos, los fanáticos lo despiden con una mezcla de tristeza y gratitud. La música suena como siempre: ruidosa, imperfecta, viva.

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