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Woody Allen recuerda a Diane Keaton: Una historia entre el amor y el cine

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Woody Allen escribió un texto sobre Diane Keaton tras su muerte a los 79 años. El director evoca su vínculo personal y creativo con la actriz que definió su cine.

Woody Allen publicó un texto en The Free Press tras la muerte de Diane Keaton. En él recordó su historia compartida, que fue más que una colaboración profesional: un lazo afectivo que moldeó su cine y su manera de mirar el mundo. La relación entre Allen y Keaton –personal, artística, inimitable– dejó una huella que persiste en algunas de las películas más recordadas del siglo XX.

Allen evocó su primer encuentro durante una audición en 1969 para Sueños de un Seductor (Play It Again, Sam). Keaton trabajaba como coat check en un teatro mientras actuaba en Hair. Desde el comienzo hubo timidez y desconcierto, hasta que un almuerzo cambió el tono: “Podría estar enamorado tan rápido?”, escribió el director, sorprendido por la naturalidad con que se abría un vínculo que iba a marcar su obra.

En su texto homenaje, Allen escribió que durante años filmó “para una sola espectadora: Diane Keaton”. Nunca leyó una reseña, dijo, porque sólo le importaba la opinión de ella. Aquella complicidad –entre el deseo y el humor, entre la distancia y la confianza– definió su mejor etapa creativa.

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Diane Keaton y el cine de Woody Allen

Diane Keaton: El centro del cine de Woody Allen

Woody Allen mencionó que su cine, en esos años, tenía una sola destinataria. Keaton fue su actriz más cercana y, en muchos sentidos, su interlocutora. No sólo protagonizó Sueños de un Seductor (1972), Sleeper (1973), Amor y Muerte (1975), Annie Hall (1977), Interiores (1978), Manhattan (1979), Días de Radio (1987) y Misterioso Asesinato en Manhattan (1993): participó de un modo de entender la comedia y la melancolía como dos caras de lo mismo. Su inteligencia, su timidez y su ritmo interior marcaron la cadencia de las películas más personales de Allen.

La descripción que hace el director en su texto es íntima, pero no sentimental. Habla de ella como una presencia que iluminaba los lugares. Recuerda sus dudas, su risa, su forma de mirar el absurdo sin dramatismo. También la reconoce como una artista múltiple: fotógrafa, escritora, directora y decoradora. La elogia por su criterio estético, capaz de cuestionar incluso a Shakespeare si algo no le parecía bien. En sus palabras se advierte más gratitud que nostalgia.

El texto incluye escenas mínimas –una cena, una partida de poker familiar– que revelan la cotidianidad detrás del mito. Woody Allen cuenta cómo en un Día de Acción de Gracias en la casa de los Keaton, en Orange County, ganó ochenta centavos jugando con su familia. “Esta hermosa chica de campo se convirtió en una actriz premiada y en un ícono de estilo”, escribió, consciente de que el tiempo había convertido aquella juventud compartida en memoria.

Woody Allen y Diane Keaton: Una relación entre la vida y la pantalla

Entre 1972 y 1993, Keaton protagonizó ocho de las cincuenta películas de Allen. Juntos construyeron una imagen de pareja urbana, intelectual, irónica, pero también frágil y desbordada por la inseguridad. Esa tensión –entre el amor y la imposibilidad– se volvió el centro de Annie Hall, la película que le dio a Keaton el Oscar a Mejor Actriz y que, a la vez, selló su mito.

Cuando la relación personal terminó, siguió la profesional. Allen escribió que sólo “Dios y Freud” podrían explicar por qué se separaron. Pero lo cierto es que, más allá del final, continuaron el diálogo desde la distancia: ella siguió siendo parte de su cine, incluso cuando no estaba en pantalla. En 2017, Allen fue quien le entregó el AFI Life Achievement Award, y allí dijo: “Mucho de lo que logré en mi vida se lo debo a ella”.

Ese reconocimiento público fue también una forma de cerrar un ciclo. Diane Keaton había defendido a Allen durante los años del #MeToo, cuando las acusaciones contra él volvieron a ocupar el centro del debate. “Woody Allen es mi amigo y sigo creyéndole”, escribió entonces. Su postura, discutida y controvertida, mostró una fidelidad que trascendía los titulares.

Woody Allen y la muerte de Diane Keaton

En el cierre de su texto, Woody Allen escribió una frase que parece definitiva: “Hace unos días el mundo era un lugar que incluía a Diane Keaton. Ahora ya no. Por eso es un mundo más gris. Pero quedan sus películas. Y su gran risa todavía resuena en mi cabeza.” No hay en esas líneas grandilocuencia ni sentimentalismo: sólo el reconocimiento de una ausencia que deja en el aire un eco persistente.

Para Woody Allen, Diane Keaton no fue solo la protagonista de sus mejores películas: fue la medida de su cine. Entre ambos construyeron una forma de retratar la vulnerabilidad, la inteligencia, la torpeza y la emoción sin disfraz. Su historia común es también la historia de una época en la que el cine podía ser una conversación privada entre dos personas que se entendían sin hablar.

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