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Spinal Tap II: El regreso de la banda ficticia más importante del rock

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Spinal Tap II, la secuela del clásico de culto de Rob Reiner de 1984, regresa con los mismos protagonistas e invitados de lujo, como si la ficción nunca hubiera terminado de ser verdad.

La película This Is Spinal Tap fue una anomalía convertida en fenómeno. Rodada como un falso documental en 1984, siguió a una banda de heavy metal británica en decadencia, con un tono satírico tan preciso que confundió a más de un espectador. Cuarenta y un años después, el equipo original vuelve con Spinal Tap II: The End Continues, la secuela dirigida nuevamente por Rob Reiner y protagonizada por Christopher Guest, Michael McKean y Harry Shearer, que se estrena en cines el 11 de septiembre.

En Spinal Tap II, el eje no está en la nostalgia ni en el culto, sino en el proyecto concreto: una secuela que existe, que tiene fecha, y que llega con un respaldo inusual para un mockumentary. La historia retoma a David St. Hubbins, Nigel Tufnel y Derek Smalls –los tres miembros originales de la banda– reunidos para un concierto final. No por reconciliación o épica tardía, sino porque una cláusula legal los obliga a tocar una vez más. También reaparece Marty Di Bergi, el supuesto documentalista interpretado por Reiner, que ahora intenta registrar el ocaso de estos ídolos improbables y la posible muerte de su décimo segundo baterista.

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Elton John en Spinal Tap II: The End Continues

Spinal Tap II: Una secuela improbable

Spinal Tap II expande el tono metanarrativo del original. Si la primera parodiaba los documentales musicales y el ego inflado del rock, la segunda incorpora el lenguaje de las docuseries actuales. Reiner explicó que su personaje ha visto demasiadas producciones de televisión de no ficción y que eso influye en el estilo de esta nueva entrega. Pero el enfoque general intenta replicar el formato original, con menos pulido del que uno esperaría de una película filmada en 2025.

El elenco se completa con nombres que refuerzan esa tensión entre ficción y realidad: Paul McCartney, Elton John, Garth Brooks y Trisha Yearwood aparecen como ellos mismos. La idea no es sólo dar verosimilitud, sino también comentar el lugar que Spinal Tap –un grupo ficticio– ocupa en la historia real del rock. La participación de McCartney funciona como una forma de legitimación que en 1984 habría sido impensable.

El estreno de Spinal Tap II llega acompañado por la restauración del film original, que vuelve a salas en versión remasterizada y por primera vez estará disponible en plataformas digitales. Bleecker Street, la distribuidora, apuesta a que el doble evento funcione como reactivación de la franquicia: una entrega nueva para el público actual y una reedición del clásico que hoy es más conocido por su influencia que por su trama.

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Christopher Guest, Michael McKean y Harry Shearer, This is Spinal Tap

Spinal Tap: Un legado construido por error

This Is Spinal Tap no fue un éxito inmediato. Según Reiner, el proyecto fue rechazado por todos los estudios a los que se presentó. Iban de oficina en oficina con un rollo de 16mm bajo el brazo. El escepticismo inicial tenía sentido: no era un documental, no era una comedia tradicional, y no tenía actores conocidos. Lo que cambió su destino fue el tiempo. La película se convirtió en referencia obligada del humor anglosajón, influyó a generaciones de comediantes y músicos, y moldeó un nuevo tipo de sátira cultural.

El estilo deadpan, la improvisación controlada, la construcción detallada de un mundo absurdo donde todo se toma en serio, anticiparon una forma de narrar que hoy se ve tanto en The Office como en los clips de TikTok. Spinal Tap II no busca competir con esa actualidad, sino regresar a una forma de comedia que no depende del ritmo, ni del meme, ni del remate. Depende de la convicción con la que se representa lo ridículo.

Por eso la secuela no es un revival en sentido estricto. No hay relectura generacional, ni personajes jóvenes que reemplacen a los originales. Es una película sobre viejos músicos que fueron casi famosos, que se separaron, y que ahora deben soportarse para tocar una última vez. No hay moraleja, pero hay un punto de fuga: la posibilidad de que, incluso en su ocaso, el rock todavía sea un gesto teatral que vale la pena filmar.

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Paul McCartney

Spinal Tap II: La maquinaria detrás del estreno

El regreso de Spinal Tap no se explica solo por ser una película de culto. Detrás de la secuela hay una estructura de producción que reconoce el valor residual de ciertas marcas. El reestreno digital de la película original apunta a una audiencia que no pudo verla en su momento y que tampoco la vio en YouTube, donde estuvo ausente durante años por derechos de distribución. La edición restaurada será la primera versión oficial disponible en alta definición desde el siglo pasado.

Bleecker Street, que suele asociarse a dramas independientes, se posiciona ahora como mediadora entre el pasado y el presente. Su decisión de apoyar tanto la nueva película como el regreso del film de 1984 sugiere un cambio de estrategia: apostar por lo que ya tiene comunidad, incluso si esa comunidad es menor. No se trata de convertir a This Is Spinal Tap en un éxito de taquilla. Se trata de asegurar que su legado circule, se reactive y se venda.

Ese equilibrio entre respeto al original y explotación comercial no es nuevo, pero aquí se aplica con un mínimo de coherencia. Spinal Tap II: The End Continues no se burla de la de 1984. Tampoco intenta superarla. Hace lo que Spinal Tap haría: toca una vez más, con los mismos errores, con el mismo volumen, con la misma batería en riesgo de combustión espontánea.

Mirá el tráiler a continuación:

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