This Is Spinal Tap: La historia del falso documental que cambió el rock

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Spinal Tap cruzó los límites entre ficción y música hasta volverse parte del canon cultural. Esta es la historia de la banda ficticia más importante del rock n´roll.

En su estreno en 1984, This is Spinal Tap confundió a un público no familiarizado con el concepto rockumentary, y salió de las salas creyendo que había visto el documental sobre una de las “bandas más fuertes de Inglaterra”. Sus canciones y su actitud llena de divismo e idiotez se parecían demasiado a lo que circulaba por industria heavy metal de la época. Para mayor psicodelia, Spinal Tap se transformaría en un grupo de verdad, con tres discos y una gira alrededor del mundo, hasta el anuncio oficial de su separación –seguido del anuncio de regreso– en el programa de Jimmy Fallon.

This Is Spinal Tap no inventó el falso documental, pero lo volvió inevitable. No sólo como forma de comedia o estrategia de sátira, sino como método para narrar lo absurdo desde adentro. Lo que vino después –giras reales, discos editados, entrevistas– la convirtió en algo más raro: una ficción que creó su propio objeto.

Cuarenta y un años después, Spinal Tap II: The End Continues recupera a su director Rob Reiner, a la banda titular integrada por Christopher Guest, Michael McKean y Harry Shearer y al falso documentalista, ahora obsesionado con filmar el final. Es un buen momento para volver al origen: una película que no necesitó de la nostalgia para volverse parte del canon, porque inventó uno propio.

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Michael McKean, Harry Shearer y Christopher Guest: Spinal Tap

This Is Spinal Tap: Cuando la ficción se volvió banda

La idea de Spinal Tap nació en 1979, cuando Shearer y Reiner eran los coprotagonistas de The TV Show, el piloto para una serie que ABC (una parodia del programa musical nocturno The Midnight Special), que la cadena finalmente transmitió en un único programa especial. Guest quería sacar al personaje rocker “de su sistema”, por lo que reclutó a dos de sus compañeros, Michael McKean y Harry Shearer, para completar su idea imaginada de una banda, a la que llamaron Spinal Tap.

Los cuatro trabajaron bien juntos, y una adaptación cinematográfica parecía el siguiente paso lógico, aunque Reiner (Stand By Me, Cuando Harry Conoció a Sally, Misery) aún no había dirigido un largometraje, y era mejor conocido como el yerno de Archie Bunker en el hit televisivo All in the Family. Reiner dirigió e interpretó al director representado en la película, que filmaron y editaron como un falso documental de rock. Para darle la autenticidad, decidieron escribir las canciones, mientras el guion era un boceto para que pudieran improvisar.

Aunque no tenían un guión convencional, Reiner, Guest, McKean y Shearer trabajaron en la historia completa de la banda (incluida una discografía con títulos como Silent But Deadly (Silencioso pero Mortal), The Sun Never Sweats (El Sol Nunca Transpira) y Bent for the Rent (Doblado por el Alquiler). El ajustado presupuesto de 2,2 millones de dólares significó que Reiner tuvo que rodar toda la película (incluidos varios conciertos en varias ciudades) en el transcurso de cinco semanas en Los Ángeles.

“Filmamos cada escena tres o cuatro veces mientras improvisábamos”, dijo Reiner al New York Times. “La primera vez, simplemente encendía la cámara y veía qué pasaba. La segunda vez agregamos cosas o cambiamos de enfoque. La tercera vez fue para hacer variaciones y la cuarta vez fue para las tomas finales”.

“Sabíamos que teníamos algo bueno”, dijo Reiner. “Lo que no sabíamos era si a alguien más le gustaría”. A los críticos les encantó: David Ansen, de Newsweek, llamó a This is Spinal Tap “un hit especial y muy original”, Variety la consideró “muy divertida” y Janet Maslin del Times la describió como “una sátira ingeniosa y traviesa”.

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Spinal Tap II: The End Continues

Spinal Tap: El falso documental como forma cultural

La película tuvo un presupuesto de 2,2 millones de dólares, pero recaudó el doble en su presentación inicial en cines y se convirtió en un concepto rentable gracias a más de tres décadas de relanzamientos, productos auxiliares y giras (la primera de las cuales se realizó en 1984).

Debido a que la sátira del mundo del espectáculo todavía era poco frecuente, los fanáticos de la película sintieron que estaban participando del chiste, especialmente cuando el elenco decidió ingeniosamente desdibujar aún más la línea entre realidad y ficción en una gira promocional. Aparecieron como personajes en el programa de televisión presentado por el pilar neoyorquino Joe Franklin, quien tomó a la banda y su fama literalmente. Colocaron un vídeo de Hell Hole en MTV antes del estreno de la película, sin reconocer la película ni a los actores detrás de la banda, y publicaron comerciales nocturnos no para la película, sino el álbum ficticio de grandes éxitos de la banda.

Dos meses después del estreno de la película, Spinal Tap tocó en clubes –incluido un concierto en el CBGB, del que el New York Post informó que había fanáticos “alineados hasta el final de la cuadra”– y fueron contratados como invitados musicales en Saturday Night Live. En los años siguientes, a medida que la audiencia de la película crecía gracias a las transmisiones por cable y al alquiler de videos caseros, habría reuniones y giras, álbumes, libros, un CD-ROM y, finalmente, ese punto de referencia del verdadero estatus de estrella de rock: sus eslóganes y sus escenas se han convertido en una abreviatura para hablar sobre el estado de la música rock.

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Elton John en Spinal Tap II: The End Continues

Spinal Tap II: Una banda inventada, un regreso real

Spinal Tap II: The End Continues no es una relectura generacional ni un intento por actualizar el mito. Es una continuación literal, con los mismos personajes, la misma banda ficticia y el mismo humor de saturación. El paso del tiempo no aparece como drama, sino como decorado. La vejez, la insistencia, la idiotez y la rutina son parte del concierto. La película se apoya en lo que la volvió creíble hace cuatro décadas: el gesto de actuar con seriedad algo evidentemente ridículo. Esta vez, con más cámaras y más cameos, pero con el mismo eje: que los músicos se tomen a sí mismos más en serio que nadie.

La secuela no intenta ampliar el mundo de Spinal Tap, sino clausurarlo en sus propios términos. La aparición de figuras como Paul McCartney o Elton John busca consolidar la idea de que lo falso también puede volverse histórico. Si la película original anticipó cómo se iba a consumir el rock –como artificio, como memoria, como gag–, la secuela confirma que ya no hace falta simularlo. Basta con repetirlo una vez más, más fuerte que nunca.

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