La temporada 2 de Merlina no rompe con el canon Addams: lo afina. La serie de Netflix creada por Alfred Gough, Miles Millar y producida por Tim Burton establece desde su inicio una línea clara con los materiales anteriores: los cómics de Charles Addams, la serie de los años 60, las películas de los 90 y el cine gótico que Burton convirtió en marca. Pero en esta segunda temporada, esa línea se vuelve más explícita: aparecen referencias directas a Los Locos Addams (1991) y Los Locos Addams II (1993), ambas dirigidas por Barry Sonnenfeld, que resignifican escenas actuales a través del recuerdo.
Los guiños no buscan la nostalgia, sino reforzar el vínculo entre versiones. Lo hacen desde el detalle, desde la repetición de objetos, coreografías, encuadres o incluso casting. Estas son las referencias y easter eggs de la primera parte de la temporada 2 de Merlina.

Merlina temporada 2: Objetos y escenas heredadas de las películas de los 90
La primera referencia aparece en el episodio 1. Merlina Addams está por partir rumbo a la Academia Nunca Más. En su habitación, antes de irse, puede verse una cama decorada con un pulpo de peluche negro. La referencia es directa: en la película de 1991, Merlina de Christina Ricci tenía una obsesión con el Triángulo de las Bermudas y decoraba su cama con motivos marinos, incluido un gran pulpo.
Pericles también trae ecos del pasado. En el camino hacia la escuela, Merlina lo obliga a usar sus poderes eléctricos para alterar una señal de tránsito. La escena termina con un choque múltiple. En Los Locos Addams, Pericles de Jimmy Workman robaba señales de tránsito y provocaba un accidente que permanecía fuera de campo.
La secuencia se repite con Dedos. En un montaje de tareas domésticas, el personaje es utilizado como tee de golf por Gomez, en una escena que replica la de Raúl Juliá en la película del 91. La diferencia es que esta vez, en lugar de golpear la pelota, Gomez golpea accidentalmente a Dedos, que termina proyectado fuera del encuadre como un gag físico sin remate.
Son escenas mínimas, que no detienen el desarrollo ni rompen el tono de la serie. Pero para quienes vieron las películas originales, funcionan como conexiones afectivas. Reescriben el presente con capas del pasado.

El Baile de Morticia y Gomez
Uno de los momentos más recordados de Los Locos Addams II es el baile entre Morticia y Gomez. Con movimientos coreografiados y un fuego literal en la pista, la escena combinaba exceso y ternura. En la temporada 2 de Merlina, Catherine Zeta-Jones y Luis Guzmán recrean esa misma escena. No como imitación, sino como homenaje: la coreografía es distinta, pero el espíritu es el mismo. La pareja baila como si el tiempo no hubiera pasado.
El campamento
El campamento es otra escena calcada con variaciones. En la película de 1993, Merlina Addams y Pericles eran enviados al Camp Chippewa, una tortura diseñada para hacerlos “normales”. En la serie, el Campamento Jericho –rebautizado Camp Outcast– invierte la lógica: ahora es un espacio para marginados. La estructura es la misma, pero el sentido cambia. Lo que antes era castigo se convierte en refugio.

Christopher Lloyd como el profesor Orloff
Por último, el linaje de actores refuerza esta relación. Christina Ricci, que fue Merlina en los ‘90, ya había aparece en las dos temporada como Marilyn Thornhill. Ahora, la segunda entrega incorpora a Christopher Lloyd –el Tío Lucas de las películas– como el profesor Orloff: una cabeza flotante en un frasco.
Estas referencias no buscan repetir lo ya hecho, sino integrarlo. No hay parodia, no hay copia. Hay respeto por un lenguaje que funcionó en otra época, traducido a la lógica de serie. La estética, los tiempos narrativos, el desarrollo de personajes y el uso del humor son propios de Merlina. Pero dentro de ese marco, hay espacio para responderle a Sonnenfeld.
Las películas de los ’90 reformularon el universo Addams para una nueva generación. La serie de Netflix hace lo mismo, sin necesidad de borrar lo anterior, no para rendir culto, sino para completar una genealogía.

Merlina temporada 2: Un vínculo directo con la memoria pop
La puesta en escena de Barry Sonnenfeld fue clave para dar forma a la imagen moderna de los Addams. Usaba encuadres simétricos, juegos con la profundidad de campo, cortes abruptos y composiciones que convertían lo grotesco en elegante. Esa lógica visual es retomada por Burton. Aunque su estilo tiene otras marcas –contraluces, fondos planos, ritmos más lentos–, comparte con Sonnenfeld la idea de que el mundo Addams funciona mejor cuando se toma en serio.
Las escenas en el campamento, los bailes, los montajes musicales, incluso la iluminación de las habitaciones en la Academia Nunca Más: todo está diseñado con una sensibilidad heredada. No hay pastiche. Hay cruce de influencias. Y si en las películas el conflicto era la adaptación a la vida suburbana, en Merlina lo es la tensión entre pertenecer y resistirse.
Las referencias a Los Locos Addams y Los Locos Addams II no agotan el sentido de la temporada 2 de Merlina, pero sí lo amplifican. No son necesarias para seguir la trama. Pero suman densidad a un mundo que no nació en Netflix, ni en los años 90, ni en la televisión en blanco y negro.
La apuesta de Merlina es construir una continuidad que no dependa de guiños explícitos, pero que se permita responder a sus versiones anteriores. El resultado es una serie que puede sostenerse sola y al mismo tiempo integrar con inteligencia la historia visual de su propia familia.
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