Por alguna razón –una mezcla de morbo y ternura infantil– seguimos esperando que alguien muera. O que alguien sobreviva. Lo que suceda primero. Netflix lo sabe. Y El Juego del Calamar, su serie más exitosa, regresa para terminar lo que empezó: la tercera y última temporada se estrena el 27 de junio, y el tráiler final huele a pólvora, a desesperación y a infancia arruinada.
El último juego está por comenzar. Los nuevos episodios marcan la culminación del viaje de Seong Gi-hun, el jugador 456 que sobrevivió al horror, pero no a la culpa. El avance de El Juego del Calamar 3 promete una temporada intensa, marcada por la violencia física pero también por el desgaste emocional de los personajes que vuelven a enfrentar el sistema desde adentro.
La frase que abre el tráiler –“No importa cómo lo mires, la vida es simplemente injusta”– condensa el tono que la serie mantuvo desde su debut en 2021: un relato brutal sobre la desigualdad, el espectáculo del sufrimiento y la delgada línea que separa la desesperación de la complicidad. Pero ahora, Gi-hun ya no es solo un participante. Es un hombre con una misión.
Seong Gi-hun –ese hombre de rostro dolido y corazón errático, interpretado otra vez por Lee Jung-jae– no se ha rendido. La temporada 2 lo mostró ardiendo en furia contenida, intentando destruir el sistema desde adentro. Ya no es un hombre cualquiera. Ya no es el tipo que firmaba papeles sin leerlos. Ahora es un símbolo. Un mártir. O, peor aún: un hombre con una causa.
El tráiler final de El Juego del Calamar 3 lo muestra con la mandíbula apretada y los ojos vacíos. Camina entre los muros de un infierno que ya conoce. Vuelve al campo de batalla donde antes sobrevivió, pero esta vez no quiere ganar: quiere que el juego deje de existir. Enfrente lo espera el Front Man (Lee Byung-hun), ese villano que representa lo que Gi-hun podría haber sido si hubiera dejado de sentir culpa. Entre ambos hay una historia de traiciones, de muertes, de un asesinato cometido delante de los ojos de Gi-hun y que ahora lo empuja, como una astilla clavada en el corazón, a buscar justicia o venganza.
El papel de No-eul en el Juego del Calamar 3
Pero El Juego del Calamar no vive solo de la historia del protagonista. Nunca lo hizo. Lo que siempre supo hacer –y en esto es más astuta que muchas otras ficciones contemporáneas– fue construir personajes al borde del abismo y darles una oportunidad para caer. O para volar. La temporada 2 presentó nuevos nombres: Dae-ho, Hyun-ju, Yong-sik, Geum-ja, Jun-hee. Y sobre todo Kang No-eul (Park Gyu-young), una guardia norcoreana que se infiltró en el sistema con la esperanza de reunir el dinero suficiente para reencontrarse con su hija.
No-eul no es una heroína. Es otra criatura quebrada, otra mujer que ya no espera nada pero a la que la vida, o la serie, le ha dado una razón para resistir. Y ahora, con la aparición del bebé de Jun-hee –cuyo llanto se oye en los últimos segundos del tráiler de la temporada 3 como una señal de algo que podría parecer esperanza–, todo indica que No-eul será quien cargue con el acto final de redención. Porque puede que Gi-hun haya llegado muy lejos, pero su historia parece predestinada a terminar en tragedia.
El tráiler de El Juego del Calamar 3 no muestra demasiado. No lo necesita. Bastan unos planos: la cámara avanzando por los pasillos donde los jugadores esperan, uniformados como ovejas antes del sacrificio; las máscaras triangulares, cuadradas, circulares, que ya no producen terror sino resignación; las miradas nerviosas, los cuerpos tensos, la amenaza constante de una bala en la nuca. Todo está ahí. Otra vez. Como si nunca se hubiera ido.
El final de El Juego del Calamar: Teorías y expectativas
Netflix confirmó que El Juego del Calamar 3 será la última y más ambiciosa entrega de la serie. Según la sinopsis oficial: “Impulsado al borde de la desesperación por El Líder, quien ocultó su identidad para infiltrarse en el juego, Gi-hun persiste con su objetivo de ponerle fin, mientras las decisiones de los jugadores supervivientes traerán consecuencias cada vez más graves en cada ronda”.
La lógica de la competencia extrema sigue en pie, pero esta vez el conflicto se centra menos en quién gana y más en quién se atreve a romper las reglas. La mecánica lúdica de temporadas anteriores cede protagonismo a los dilemas morales: ¿Qué significa realmente ganar en un sistema donde todo está manipulado desde las sombras? ¿Vale más la vida propia o la posibilidad de cambiar algo para los demás?
Además, Netflix realizará una experiencia inmersiva en Brooklyn el 20 de junio, en la que los asistentes podrán participar en desafíos reales inspirados en la serie. Se promete un “invitado sorpresa” y la posibilidad de formar parte del “Círculo Final”, una instancia aún no revelada que parece extender la narrativa hacia el plano performático y vivencial. Esta activación confirma que Squid Game no es solo una serie: es un universo expandido de juego, poder y representación.
Desde que debutó en 2021, El Juego del Calamar no ha dejado de hacer historia. La primera temporada alcanzó 265 millones de espectadores. La segunda, estrenada en diciembre de 2024, fue vista por 192 millones en su primera semana. Ni Merlina, ni Stranger Things, ni los productos mimados del algoritmo lograron quitarle el trono. Pero más allá de los números, lo que vuelve a ponerla en el centro de la conversación es su manera brutal y poética de narrar el desastre humano.
Porque El Juego del Calamar nunca fue solo un espectáculo de muerte. Siempre fue una crítica: al sistema, al capitalismo salvaje, a la pobreza como forma de control, a la violencia como entretenimiento. Lo que diferencia esta serie de un simple reality show coreano con armas es la manera en que se detiene, aunque sea por un segundo, a mirar a sus personajes mientras toman decisiones que los destruyen.
El creador, Hwang Dong-hyuk, no parece tener intenciones de cerrar la historia con una moraleja. Lo que promete la última temporada de El Juego del Calamar no es un final feliz, sino una conclusión coherente. Lo que hizo con la segunda temporada fue expandir el universo pero sin perder del todo el alma. Y ahora, con esta tercera entrega, lo que se juega es más que el destino de Gi-hun. Se juega la memoria de una serie que se atrevió a mostrar que el infierno podía tener forma de juego infantil.
El tráiler de El Juego del Calamar 3 lo insinúa: esta vez, las reglas son más duras, los enemigos más despiadados y las consecuencias más irreparables. No se trata ya de ganar dinero. No se trata de sobrevivir. Se trata de resistir, de no perder del todo la humanidad.
Hay una escena breve, casi imperceptible, donde una jugadora –tal vez Jun-hee, tal vez una nueva– se arrodilla frente a otro competidor herido. Le ofrece agua. Él la mira. Ella no dice nada. En ese gesto mínimo se condensa todo lo que El Juego del Calamar ha tratado de decir desde el inicio: que incluso en el corazón del horror, hay espacio para un acto de bondad. Que incluso en la sala de espera de la muerte, alguien puede recordar que sigue siendo humano.
Quizás por eso seguimos mirando. Porque entre la sangre y la desesperación, entre los juegos de niños que matan y los adultos que se matan por jugar, todavía queda una chispa de algo que nos conecta. Un gesto. Una mirada. Una madre que llora por su hija. Un hombre que decide no matar. O una mujer enmascarada, que por fin se quita la máscara para hacer lo correcto.
Quizás por eso, y solo por eso, valga la pena jugar una vez más.
El Juego del Calamar 3: Entre la venganza y la redención
El tráiler final de El Juego del Calamar 3 muestra a Gi-hun (Lee Jung-jae) en una encrucijada emocional. Regresa al campo de juego no por necesidad, sino por convicción. “Tal vez estoy aquí para salvarlos”, se le escucha decir, en un tono más cercano a la fe que a la estrategia. Su enfrentamiento con The Front Man (Lee Byung-hun) –el hombre que lo traicionó y encarna el corazón podrido del sistema– será uno de los ejes narrativos de esta última temporada. Hay una cena secreta, una conversación tensa, y una promesa de ruptura: ya no se trata solo de sobrevivir, sino de destruir la maquinaria.
La historia retoma directamente tras los eventos de la segunda temporada, con Gi-hun devastado por la pérdida de Jung-bae (Jugador 390), su último lazo de humanidad dentro del juego. Pero lo que comienza como una misión individual se transforma rápidamente en una batalla ideológica. ¿Puede un solo hombre quebrar una estructura diseñada para perpetuarse? ¿O el sistema es demasiado eficaz en convertir incluso a sus opositores en piezas útiles?
La serie también reintroduce a personajes clave como el detective Hwang Jun-ho (Wi Ha-joon), quien encarna otra forma de resistencia institucional, y suma nuevos jugadores con historias propias: Player 333 Myung-gi (Yim Si-wan), Player 388 Dae-ho (Kang Ha-neul), y la misteriosa guardia No-eul (Park Gyuyoung), entre otros. Cada nuevo rostro aporta una nueva perspectiva sobre las motivaciones, dilemas y contradicciones de quienes participan del juego, ya sea por elección, coerción o resignación.
Tráiler final de El Juego del Calamar 3: Una promesa de cierre brutal
El tráiler final de El Juego del Calamar 3 funciona como declaración de intenciones. No hay promesas de redención fácil ni salidas limpias. Gi-hun, atrapado entre la culpa y la esperanza, se presenta como un héroe trágico que arrastra tanto el peso del pasado como el deseo de justicia. La serie, que comenzó como una fábula violenta sobre el capitalismo tardío, se despide con un gesto de rebelión: mostrar que incluso dentro del juego, es posible desafiar sus reglas.
A nivel estético, el tráiler mantiene los códigos visuales que volvieron icónica a la serie: escenarios simétricos, colores contrastantes, geometría perturbadora y una música que mezcla lo infantil con lo siniestro. Pero lo más impactante es la promesa narrativa: el ciclo puede romperse. La pregunta es quién estará dispuesto a pagar el precio.
Con estreno global el 27 de junio, esta última temporada no solo cierra una historia, sino que plantea un legado. ¿Qué deja El Juego del Calamar al final del juego? Tal vez una advertencia: el verdadero espectáculo no ocurre en la arena, sino en nuestra capacidad de mirar –o no mirar– cómo se reproduce la violencia en nombre del entretenimiento.
Mirá el tráiler a continuación:
