Awdah Hathaleen fue asesinado frente al centro comunitario de su pueblo, Umm al-Khair, en el sur de Cisjordania. Un colono israelí –identificado como Yinon Levi– disparó un arma de fuego y una de las balas atravesó el pecho de Hathaleen, de 31 años, padre de tres hijos, maestro de inglés, y colaborador activo en el rodaje del documental No Other Land, ganador del Oscar a Mejor Documental en 2025.
El crimen no ocurrió en un cruce de fuego ni en una zona ambigua. Ocurrió a plena luz del día, en un espacio civil, en presencia de testigos. Según reportes de The Guardian y Al Jazeera, el hecho se desencadenó después de que un colono irrumpiera en el territorio con una topadora. Un vecino intentó detenerlo y fue embestido con la pala de la máquina. Cuando otros residentes respondieron arrojando piedras, el agresor comenzó a disparar. Hathaleen no participaba del enfrentamiento. Estaba apartado, observando, según relataron varios testigos.
Pocas horas después, el periodista y codirector de No Other Land, Yuval Abraham, difundió imágenes del presunto atacante y denunció en redes sociales que Levi había sido detenido y liberado bajo arresto domiciliario. “Los soldados detuvieron a cuatro familiares de Awdah, que siguen presos, mientras Levi está en su casa. Así funciona un sistema donde las víctimas están bajo ley militar y el asesino bajo ley civil”, escribió.

Palestina: El territorio y la impunidad
El asesinato de Hathaleen no es un hecho aislado. Forma parte de una secuencia de violencia creciente contra las comunidades palestinas del sur de Hebrón, especialmente en la región de Masafer Yatta. Desde que el ejército israelí designó esa área como zona de entrenamiento en los años 80, sus aldeas han sido blanco de desalojo, demolición y hostigamiento. En paralelo, la expansión de asentamientos ilegales como Ma’on y Carmel ha generado un régimen de ocupación civil paralela, sostenido por colonos armados.
Yinon Levi, identificado como el agresor, es uno de los colonos sancionados por la Unión Europea y el Reino Unido por actos de violencia en territorio ocupado. La administración de Donald Trump levantó esas sanciones en enero. Según reportes de la prensa israelí, fue detenido tras el asesinato de Hathaleen, pero liberado al día siguiente, sin cargos. En contraste, varios familiares de la víctima permanecen detenidos.
La política de doble sistema legal en los territorios ocupados –militar para palestinos, civil para israelíes–habilita este tipo de asimetrías. Las autoridades israelíes admitieron el tiroteo, pero lo describieron como “respuesta a una agresión terrorista”. La policía abrió una investigación sin resultados hasta el momento. No hubo imputaciones ni suspensión de actividad para Levi, pese a los antecedentes y el video difundido.
No Other Land: Un documental, una comunidad, un crimen
No Other Land es un documental dirigido por Basel Adra, Hamdan Ballal y Yuval Abraham. El film registra, desde dentro, el proceso de demolición, expropiación y desplazamiento de comunidades palestinas en Masafer Yatta. Fue realizado sin productoras, con recursos mínimos, y ganó el Oso de la Audiencia en Berlín antes de obtener el Oscar. Su título no es retórico: refiere a la imposibilidad de reubicación, a la relación entre tierra y cuerpo, a la experiencia física del despojo.
En marzo de este año, un mes después del Oscar, otro de los directores, Hamdan Ballal, fue agredido por colonos en la aldea de Susya, también en Masafer Yatta. Los episodios se repiten: son ataques directos, focalizados, sin marco legal, con mínima cobertura mediática y reacción diplomática intermitente.
La muerte de Hathaleen interrumpe esa dinámica de borramiento silencioso. No porque se haya roto el ciclo de impunidad, sino porque el crimen afecta a una figura que había logrado visibilidad internacional. Lo que muestra este hecho es la continuidad entre la violencia informal de los colonos y la estructura jurídica que la respalda. También muestra cómo opera la censura sin necesidad de prohibición: el cuerpo del coautor muerto reemplaza a la crítica institucional.
Reacción internacional y silencio estructural
El asesinato fue condenado por el gobierno de Francia, que publicó un comunicado donde califica el hecho como “terrorismo” y exige a Israel que detenga la violencia ejercida por colonos. “Más de 30 personas han sido asesinadas por colonos desde 2022. La impunidad debe terminar”, dice el texto. Hasta el momento, no hay declaraciones equivalentes por parte de Estados Unidos ni de organismos multilaterales.
Los demás coautores de No Other Land, mientras tanto, siguen en Cisjordania. Abraham, desde Jerusalén, publicó el 29 de julio: “Awdah fue asesinado frente a su casa por un colono armado que ya había sido sancionado por violencia. Sus familiares fueron encarcelados. Él está libre. Esto no es un incidente. Es una política. Así es como no eliminan: de a uno”.
No se han anunciado actos oficiales de homenaje, ni por parte de la Academia de Hollywood ni de las plataformas donde se distribuyó No Other Land. La respuesta institucional es la misma que el documental retrata: una estructura que observa, clasifica y posterga. No actúa. No sanciona. No protege.
 
				 
								


