Quedó el eco. A Kurt Cobain se lo llevó abril y quedó solo el eco. Un tipo flaco, rubio, con un cardigan verdoso y la voz rota. Un tipo que no quería ser lo que era, que no aguantó serlo. Es una historia vieja: un chico con una guitarra, unas canciones, un huracán que lo arrastra hasta lo más alto y después el silencio. La bala.
Seattle, 1994. El grunge era la nueva religión y Kurt Cobain su profeta desencantado. Más de tres décadas después, seguimos masticando su ausencia, escuchando sus grabaciones. Las películas intentan atraparlo: documentales y ficciones que bordean su fantasma. ¿Quién fue Kurt? ¿El chico sensible de Aberdeen, escondido en el armario mientras sus padres se pelean? ¿El joven que vivió bajo un puente? ¿El yonqui perdido en mansiones vacías? ¿El genio torturado? ¿El padre que sostenía a Frances Bean con las manos temblorosas? ¿El marido atrapado en el torbellino Courtney Love? ¿El músico que hizo tres discos perfectos y no quiso hacer un cuarto?
Quizás sea todo eso o no sea nada. Quizás sea solo lo que queda cuando raspamos la pared: sus canciones, sus letras, ese grito sostenido que aún resuena. Todo lo demás –las películas, los libros, las teorías– son intentos de llenar el vacío que dejó alguien que no quería ser famoso pero sabía cómo serlo. Un tipo que dijo: “Es mejor quemarse que apagarse lentamente”. Y cumplió. Nos dejó las cenizas para que armáramos con ellas lo que pudiéramos.
El grunge murió con Kurt Cobain. Los 90’s terminaron ahí: con ese disparo que se escuchó en todas las radios del mundo. Una década entera perdió su banda sonora, su estética, su mito fundacional. Estas películas son eso: cenizas, fragmentos, intentos de entender. Aquí presentamos todas las películas y documentales sobre Kurt Cobain y Nirvana.
Películas sobre Kurt Cobain
Last Days (Gus Van Sant, 2005)
Lo que Gus Van Sant hace es quietud. Contemplación. Silencio. Last Days no es un biopic, es un estudio de la soledad. Blake –ese Cobain que no es Cobain– camina por la casa grande, vacía de sentido, y murmura cosas que no entendemos. No importa. El ruido está en otra parte: en la cabeza de Blake, en las sombras de las paredes, en el bosque que rodea todo. La cámara de Van Sant se acerca, observa. No hay drama, no hay redención, no hay explicaciones. Hay un hombre que ya no quiere estar. Que ya casi no está.
Last Days trabaja así: con la distancia justa, con planos largos, con el cuerpo de Michael Pitt que se arrastra por los espacios como quien ya abandonó la vida pero todavía no sabe cómo terminar de hacerlo. No hay música de Nirvana. No hay fans. No hay nada del circo. Solo está Blake y su desaparición lenta, meticulosa, inevitable.
Documentales sobre Kurt Cobain y Nirvana:
1991: The Year Punk Broke (Dave Markey, 1992)
Markey no sabía que estaba filmando historia. Su documental sigue a Sonic Youth en su gira europea de 1991, con Nirvana como teloneros justo antes de que explotara Nevermind. Lo fascinante es verlos cuando aún podían caminar por la calle sin ser acosados, cuando todavía eran parte de la escena alternativa y no sus reyes involuntarios.
1991: The Year Punk Broke captura el momento exacto antes del cambio: Cobain todavía sonríe, todavía se divierte, todavía parece un tipo que hace música porque le gusta y no porque esté atrapado en la maquinaria. Las imágenes en blanco y negro tienen la textura áspera del underground. Nadie sabe lo que vendrá, que ese tour es el último suspiro de una inocencia que la fama destruirá meses después.
Nirvana: Unplugged in New York (Beth McCarthy-Miller, 1993/1994)
No es un documental sino el concierto completo que MTV emitió en diciembre de 1993 y lanzó en DVD tras la muerte de Kurt Cobain en abril de 1994. Pero pocas cosas revelan más sobre Cobain que esta actuación: nervioso antes de salir, perfeccionista con el sonido, vulnerable bajo las luces. El escenario parece un funeral anticipado: velas, lirios, tapices que caen como sudarios.
Lo que hace especial a este registro es lo que no muestra: cuatro meses después, Kurt estaría muerto. La fragilidad de su voz en Where Did You Sleep Last Night, la intensidad de su mirada, la forma en que agarra la guitarra como quien se aferra a lo único que aún tiene sentido. Sin proponérselo, el unplugged de Nirvana se convirtió en un testamento. El último gran acto público de alguien que ya empezaba a despedirse.
Kurt & Courtney (Nick Broomfield, 1998)
Broomfield juega a ser detective. Se mete en el pantano de las teorías conspirativas, entrevista a personajes marginales de Seattle, persigue a Courtney Love. La película no demuestra nada, pero instala dudas. No es un documental sobre Kurt Cobain, es un documental sobre lo que quedó después: el vacío, las sospechas, el dinero, los intereses creados.
Lo interesante de Kurt & Courtney no es su hipótesis central –esa que nunca logra probar pero que tampoco abandona del todo–, sino su retrato de un mundo periférico: el de los que conocieron a la pareja, el de los que vivieron en su órbita, el de los que fueron testigos del desastre y ahora intentan capitalizarlo. Aunque Broomfield cree que Cobain se suicidó, su rodaje ofrece entrevistas con personajes extraños como El Duce, un punk rocker local que afirma que Love le ofreció 50.000 dólares para matar a su marido.
Broomfield filma esa fauna con distancia irónica mientras Love, desde lejos, trata de sabotear el proyecto. Su equipo legal hizo que el documental nunca tuvo un lanzamiento oficial, pero dio paso a un diluvio de teorías conspirativas.
Classic Albums: Nevermind (Bob Smeaton, 2005)
Smeaton pone el foco en el producto, no en la persona. Nevermind aparece aquí diseccionado pista por pista, decisión por decisión. El productor Vitch Bug saca capas del master original para mostrar que bajo la distorsión y la potencia de la banda había sutilezas y matices que le agregaban armonías y cadencias –más cercanas a los Beatles que a los Clash– a la textura áspera y punk de Nirvana: la fórmula de cómo transformar la angustia existencial en un hit.
Lo que este documental entiende es que la verdadera biografía de Cobain está en su música, no en su muerte. En las decisiones artísticas, no en los escándalos. Krist Novoselic y Dave Grohl hablan con la mirada del que sobrevivió, del que ahora puede ver todo aquello como lo que fue: un momento irrepetible donde tres tipos de Seattle hicieron algo perfecto sin proponérselo. O tal vez sí.
Live! Tonight! Sold Out!! (Kevin Kerslake y Nirvana, 1994/2006)
El proyecto que Kurt Cobain dejó a medias. Estaba editando esta colección de actuaciones en vivo cuando murió. Años después, la banda terminó el trabajo. No es un documental convencional: es un collage anfetamínico de conciertos, entrevistas y momentos surreales. Se ve a Nirvana destruyendo instrumentos en Saturday Night Live, tocando bajo la lluvia en festivales europeos, enfrentándose a guardias de seguridad.
Lo que muestra Live! Tonight! Sold Out!! es la contradicción central de Nirvana: una banda mainstream que odiaba ser mainstream. Kurt se burla de la industria mientras participa de ella. Toca Smells Like Teen Spirit con un desgano casi teatral mientras los fans enloquecen. Es el retrato de alguien que juega con el sistema y, a la vez, es devorado por él.
Kurt Cobain: About a Son (A. J. Schnack, 2006)
Lo que tiene este documental es la voz de Kurt Cobain. Solo su voz grabada durante horas de entrevistas con Michael Azerrad –autor del libro Come as You Are: The Story of Nirvana–. La voz que habla mientras la cámara recorre Aberdeen, Olympia, Seattle: los tres puntos cardinales de una vida breve. Schnack hace lo opuesto a otros: no muestra ni una sola imagen de Cobain. No usa ni una nota de Nirvana. Obliga al espectador a escuchar, solo a escuchar.
En esa voz hay algo que los videos no pueden captar: la fragilidad, el hastío, la contradicción permanente. Kurt habla de su infancia, de sus padres divorciados, de sus problemas crónicos de salud, de cómo el dolor físico lo persiguió siempre. Habla de la música como salvación y como condena. About a Son es lo más cercano que tendremos a una conversación póstuma con alguien que ya no está, que nunca volverá a estar.
Hit So Hard (P. David Ebersole, 2011)
Hit So Hard es menos un documental sobre Nirvana que sobre Patty Schemel, baterista de Hole. Pero Kurt aparece constantemente: en videos caseros, en anécdotas, en el relato de la amistad que compartían. Es un Kurt diferente al de otras películas: relajado, alegre, actuando como un padre primerizo con Frances Bean, lejos de los focos.
La película muestra el círculo íntimo de Cobain y Love durante esos años críticos de 1992 a 1994. Schemel, adicta ella misma, comparte una mirada única sobre la batalla de Kurt contra la heroína. Hit So Hard no se centra en su muerte sino en su vida cotidiana, en los momentos pequeños que los grandes relatos suelen pasar por alto. Es Cobain visto desde la periferia, desde la mirada amorosa de una amiga.
Soaked in Bleach (Benjamin Statler, 2015)
Statler construye un documental híbrido: mezcla entrevistas reales con recreaciones ficcionadas. El centro es Tom Grant, el detective privado que Love contrató para buscar a Kurt cuando desapareció en esos días finales. Lo que Grant encontró –o lo que dice haber encontrado– es la columna vertebral de una película que se mueve en el territorio pantanoso de la especulación.
Las recreaciones dramáticas son lo peor del documental: actores que sobreactúan, diálogos que suenan falsos. Pero las entrevistas con forenses, policías y testigos plantean preguntas incómodas sobre la investigación oficial. Soaked in Bleach no es gran cine, pero es un documento del poder que tiene el mito Cobain: hasta sus cenizas generan fuego.
Cobain: Montage of Heck (Brett Morgen, 2015)
Cuando termina Montage of Heck sentís que conociste algo más sobre Kurt Cobain, pero también algo más sobre la fama, los medios, las adicciones, sobre lo que es ser alguien que no estás preparado para ser. El documental de Brett Morgen se siente honesto al retratar a Cobain a través de su arte y de sus propias palabras: demos, grabaciones caseras, dibujos, collage sonoros, confesiones escritas en sus cuadernos: toda la vida y las expectativas de un pibe sensible que disfrazaba el dolor con rebeldía y luego con música.
Montage of Heck hace un repaso por todas las instancias que atravesó Kurt Donald Cobain para ingresar a los manuales de la historia del rock. Lo que duele es ver al artista antes del desastre: el niño que dibuja, el adolescente que toca la batería en el sótano, el joven que escribe en sus cuadernos. Morgen entiende que lo importante no es el final conocido sino todo lo anterior: el camino hacia esa habitación sobre el garaje, hacia esa escopeta, hacia ese abril.
Cobain: Montage of Heck: The Home Recordings (Brett Morgen, 2015)
No es estrictamente un documental sino un complemento sonoro del documental de Morgen. El director compiló demos caseros, experimentos acústicos y fragmentos hablados de Kurt grabados en su casa. Lo que se escucha es íntimo hasta la incomodidad: Cobain tocando versiones primarias de futuros éxitos, improvisando canciones que nunca terminaría, hablando solo, experimentando con el sonido de formas que Nirvana nunca exploraría.
Estas grabaciones son el esqueleto del artista: sin el músculo que después les pondría la banda y la producción profesional. Es Kurt Cobain en estado puro, en el espacio sagrado de su habitación, donde la creación todavía era un acto privado y no un producto para las masas.
El legado audiovisual de Kurt Cobain y Nirvana
Lo que queda después de ver estas películas es la certeza de la imposibilidad. Nadie atrapará nunca a Kurt Cobain de manera completa. Cada director recorta, ilumina, oscurece. Van Sant lo convierte en un fantasma que ya está muerto mientras camina. Morgen hace arqueología de sus cuadernos, busca al niño antes que al ícono. Broomfield se obsesiona con las teorías conspirativas, con la sombra de Courtney. Schnack renuncia a mostrarlo para dejarnos solo su voz, como si entendiera que la imagen ya está demasiado contaminada de mito.
Las películas sobre Kurt Cobain son, en sí mismas, un documento del modo en que construimos los mitos modernos. Primero viene la muerte prematura, luego la batalla por la narrativa. ¿De quién es Kurt Cobain? ¿De Courtney Love? ¿De Frances Bean? ¿De los fans? ¿De la industria? ¿O sigue siendo del propio Kurt, que nos dejó suficientes pistas falsas como para que nunca terminemos de descifrar el enigma?
Montage of Heck es el documental perfecto para la era de Internet: fragmentado, multimedia, excesivo en información pero escaso en conclusiones. Kurt & Courtney captura la paranoia conspirativa de los 90’s, esa época en que empezamos a desconfiar de las verdades oficiales. Last Days refleja la estética indie de los 2000, ese minimalismo que veía en cada gesto cotidiano un universo completo. About a Son pertenece a otra era: la del podcasting, la de la primacía de la voz sobre la imagen. Cada década reinventa a Kurt a su medida, lo convierte en lo que necesita.
Lo que queda es un rompecabezas al que siempre le faltarán piezas. Un cuaderno con páginas arrancadas. Una canción interrumpida. Kurt Cobain murió a los 27. Su legado audiovisual sigue creciendo, tres décadas después. El joven que no quería ser un portavoz generacional terminó siendo la voz que cada generación redescubre a su modo. El mito crece mientras el hombre se aleja. Y ese, quizás, sea su verdadero legado: habernos convertido a todos en documentalistas de un fantasma que sabía que la mejor parte del espectáculo es siempre el momento en que las luces se apagan y solo queda el zumbido de los amplificadores.