The Last of Us: Earth Abides, el libro de Gail como manual del apocalipsis

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En el episodio 6 de la temporada 2 de The Last of Us, Gail lee Earth Abides, la novela apocalíptica de 1949 que refleja las angustias de la supervivencia, la comunidad y la imposibilidad de volver a lo que fue.

The Last of Us temporada 2, episodio 6. Gail lee. Gail lee mientras Joel se acerca y le pregunta de la nada algo sobre las polillas. Gail lee un libro viejo, gastado, con las páginas amarillentas que hablan de otros tiempos, de cuando los libros se imprimían en papel y se vendían en librerías. Earth Abides, dice la portada. La Tierra Permanece.

George R. Stewart escribió Earth Abides en 1949, cuando el mundo recién salía de una guerra que había mostrado de qué eran capaces los hombres, cuando las bombas atómicas habían demostrado que el apocalipsis ya no era un trip bíblico sino una posibilidad científica. Stewart imaginó entonces lo que The Last of Us, setenta y cinco años después, sigue imaginando: el fin del mundo.

Ish Williams, el protagonista de Earth Abides, se va al bosque a estudiar geografía. Un tipo trabajando en su tesis, alejado del mundo, concentrado en mapas y coordenadas mientras afuera la humanidad se extingue sin que él se entere. Una serpiente lo muerde, se enferma, se recupera, vuelve a la civilización y encuentra… nada. Que su familia murió. Que el mundo murió con ella.

En The Last of Us, los personajes también volvieron a un mundo que ya no era el suyo. También perdieron a sus familias. También tuvieron que aprender que las reglas habían cambiado, que vivir ya no era una obviedad sino un arte, una ciencia exacta hecha de pequeñas traiciones y grandes dolores.

Pero hay algo más: Ish encuentra a Emma, se enamora, forma una familia nueva, construye una comunidad. Igual que Jackson. Igual que todos esos enclaves de sobrevivientes que pueblan las ficciones postapocalípticas, esos lugares donde la gente se aferra a la ilusión de que se puede volver atrás, de que se puede reconstruir lo perdido.

Y no se puede.

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Joe Pantoliano como Eugene en el episodio 6 de la temporada 2 de The Last of Us

Earth Abides como reflejo literario de The Last of Us

George R. Stewart lo sabía. Por eso tituló su libro Earth Abides por una frase del Eclesiastés: “Los hombres van y vienen, pero la tierra permanece.” Los hombres, dice. No la humanidad. Los hombres: individuos que nacen, crecen, aman, sufren y mueren mientras el mundo sigue girando, indiferente a sus pequeños apocalipsis personales.

En el episodio 6 de la temporada 2 de The Last of Us, titulado El Precio, Gail (Catherine O’Hara) lee Earth Abides horas antes de que su marido Eugene (Joe Pantoliano) sea mordido por un infectado durante una patrulla. Cuando lo encuentran, Eugene pide ver por última vez a su esposa. Una petición razonable, humana. Pero Joel Miller (Pedro Pascal) lo matará. No por crueldad, sino porque algo de él murió el día en que decidió que una niña valía más que toda la humanidad. Porque en el mundo de The Last of Us, como en el de Stewart, la compasión tiene límites muy claros, fronteras que se dibujan con sangre y necesidad.

Y Gail, que aún no ha llegado al final del libro, que todavía no ha leído la parte donde Ish acepta que el pasado es irreversible, todavía cree que se puede volver atrás. Gail va a terminar el libro y quizás entienda que Eugene tenía que morir, que el mundo de antes era solo eso: de antes.

Earth Abides es una advertencia. Una profecía que se cumple página a página. Ish envejece viendo cómo su comunidad cambia, cómo las nuevas generaciones olvidan el mundo de antes, cómo la civilización que intentó reconstruir se vuelve otra cosa, algo que él ya no reconoce.

Jackson es hermoso. Jackson funciona. Jackson tiene electricidad y amores y años nuevos, como si los infectados fueran solo una historia que los adultos cuentan a los niños para asustarlos. Pero Jackson es una ilusión, una burbuja que algún día va a explotar.

Stewart escribió Earth Abides cuando el mundo acababa de demostrar que podía destruirse a sí mismo. Nosotros vemos The Last of Us cuando el mundo parece empeñado en repetir la lección. Pandemias, neofascismos, cambio climático, guerras que no terminan nunca, algoritmos que nos vigilan y nos manipulan hasta hacernos perder la capacidad de pensar por nosotros mismos.

La tierra permanece. Los hombres y mujeres van y vienen. Y las historias que contamos sobre el fin del mundo son, en realidad, historias sobre nosotros mismos, sobre nuestros miedos, sobre nuestra incapacidad para aceptar que todo termina. Sobre todo, las mejores series.

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