plano americano

South Park 2025 | Donald Trump: imagen, demanda y propaganda

south park temporada 27
La temporada 27 de South Park comienza con un episodio centrado en Donald Trump, la muerte del progresismo y los límites actuales de la sátira política televisiva.

South Park volvió a escena después de un año sin episodios. Y lo hizo con una bomba televisiva contra el nuevo mandato de Donald Trump, el colapso del progresismo, la fusión Paramount–Skydance y contra Stephen Colbert. En el primer episodio de la temporada 27, titulado El Sermón de la Montaña, no hay lugar para la metáfora ni la ironía tibia: hay un Trump con micropene, un Eric Cartman deprimido por la hegemonía antiwoke y un Jesús resignado a volver a la escuela como parte de un arreglo legal.

El estreno 2025 de South Park llega en un momento donde las formas tradicionales de sátira parecen haber perdido eficacia. El episodio no propone una reformulación de sus herramientas ni una adaptación a los nuevos códigos de sensibilidad cultural: vuelve a usar las mismas estrategias que definieron a la serie desde su origen. En esta ocasión, sin embargo, el contexto las convierte en otra cosa.

La serie creada por Trey Parker y Matt Stone nunca necesitó tomar partido. Lo suyo fue siempre el oportunismo bizarro, la sátira sin bando. Pero en esta entrega parece haber algo más: un ajuste de cuentas con el aparato mediático del cual forma parte. No es que South Park haya vuelto a ser relevante: es que nunca había sido tan necesaria.

south park donald trump
Donald Trump en el episodio 1 de la temporada 27 de South Park

South Park vs Donald Trump

El episodio 1 de la temporada 27 de South Park arranca con el programa de radio NPR cancelado por orden presidencial. Era “el programa más gracioso donde lesbianas y judíos se quejaban de cosas”. Eric se hunde. Su identidad se desdibuja en un mundo que adoptó sus valores. Descubre que su ideología ya no lo distingue: el mundo se volvió antiwoke.

A nivel institucional, South Park Elementary presenta a un nuevo PC Principal, ahora Power Christian Principal, que presenta el regreso de Jesús como figura de autoridad. El cristianismo ahora es parte de un contrato legal. Jesús reaparece para cumplir una cláusula judicial entre Trump y Paramount, y expone el acuerdo con una frase casi bíblica: “No quería volver, pero tuve que hacerlo como parte de una demanda”.

La figura de Donald Trump domina el episodio. Está involucrado en una relación sexual pasiva-agresiva con Satanás –un guiño a Bigger, Longer & Uncut (1999), pero sin Hussein–, discute con un retratista por el tamaño de su pene y responde a las protestas del pueblo de South Park con una demanda multimillonaria y la obligación de producir propaganda pro-Trump.

La representación alcanza su punto máximo en el cierre: una campaña institucional, no animada, donde una versión deepfake de Trump camina por el desierto hasta quedar desnudo. La escena termina con su pene como personaje animado: “Soy Donald J. Trump y apruebo este mensaje”.

El caso Colbert y el precio del silencio

La crítica a Trump no es lo más freak del episodio. Es la relación entre la maquinaria mediática y sus complicidades. La mención a Stephen Colbert –cuyo Late Night fue cancelado por la CBS tras cuestionar el acuerdo entre Trump y Paramount–, y la incorporación directa de Paramount como parte del relato, marcan un cambio. Ya no se trata solo de parodiar al poder político: la serie incluye a sus propios productores como objeto de crítica.

El estreno 2025 de South Park se emitió pocos días después de que Paramount anunciara un nuevo contrato con Trey Parker y Matt Stone por cinco años, 50 episodios y 1500 millones de dólares. El vínculo entre ese contrato y el contenido de Sermón en la Montaña no se disimula ni se celebra. La escena final, en la que Jesús sugiere al pueblo –es decir, a la serie– a aceptar el acuerdo con Trump para evitar el destino de Colbert, condensa el argumento: en Estados Unidos, ya no hay espacio para la disidencia.

En la Comic-Con de San Diego, Parker y Stone reconocieron que el episodio fue decidido unos días antes. Afirmaron que el contenido no fue planificado ni pensado con anticipación. Su estilo de producción, basado en la reacción inmediata, permite incorporar elementos recientes sin necesidad de mediación. No buscaban interpretar los hechos sino registrarlos.

La paradoja es evidente: la serie más incorrecta del siglo sigue sobreviviendo mientras sus contemporáneos caen bajo los mismos códigos que ella parodia. South Park no se volvió más conservadora ni más combativa. Se volvió, como siempre, oportunamente corrosiva.

South Park: Una sátira que sigue funcionando 28 años después

South Park nunca fue una serie con voluntad de consenso. Su modo de intervenir en la cultura fue, desde el inicio, el de una ruptura constante con las expectativas del momento. Lo que cambió, en todo caso, es el contexto. Lo que antes parecía irreverencia hoy se lee como exposición. El episodio estreno de la temporada 27 no apuesta a escandalizar: muestra un sistema en el que las fronteras entre representación, falsedad y propaganda se volvieron borrosas.

La serie no propone una salida. No hay apelación moral ni llamado a la acción. Solo una narración que pone en escena lo que ocurre: el reemplazo del conflicto por el acuerdo legal, del desacuerdo por la autocensura, de la sátira por el contenido pautado. Y en el centro, un personaje que sintetiza esa lógica con eficacia.

En un mundo donde la sátira parece domesticada, South Park volvió a incomodar. No lo hace con nostalgia ni con guiños a sus épocas doradas. Lo hace con un pene parlante y un Jesús corporativo.

No es una cuestión de valentía ni de transgresión. Es una cuestión de timing. La comedia siempre llega tarde o demasiado pronto. Excepto South Park, donde cada episodio parece escrito cinco minutos después de que el mundo implosionó.

DISPONIBLE EN PARAMOUNT+.

NOTAS RELACIONADAS