La Casa Guinness: La historia real detrás de la serie de Netflix

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La Casa Guinness de Netflix narra los conflictos reales de poder y religión que marcaron a la familia detrás de la cerveza más famosa de Irlanda.

La Casa Guinness, estrenada en Netflix, convierte en drama televisivo los dilemas de una de las dinastías más influyentes de Irlanda. La serie de Steven Knight sigue a los cuatro hijos adultos de Benjamin Guinness, patriarca de la cervecería que, tras su muerte en 1868, dejó un legado de riqueza, poder político y tensiones familiares. Pero lo que aparece en pantalla es solo una parte de una historia atravesada por disputas religiosas, movimientos revolucionarios y vínculos con la política británica.

En sus primeros episodios, La Casa Guinness presenta a los Guinness como protagonistas de un relato donde la cerveza es apenas el trasfondo. Lo central es la manera en que la familia lidió con el peso de su posición social en una Irlanda dividida entre católicos y protestantes, con un Imperio británico que buscaba mantener el control.

La historia real de la familia Guinness revela que, más allá de la ficción, las disputas de aquella época no se limitaron al ámbito privado. Estaban ligadas a una Irlanda en transformación, donde la cerveza más popular del país se convertía en un símbolo atravesado por la política y la religión.

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Louis Partridge como Edward Guinness en La Casa Guinness de Netflix

La Casa Guinness: Las tensiones entre católicos y protestantes

Los disturbios en la procesión que transporta el féretro de Benjamin Guinness a la catedral de San Patricio refleja un clima real: en la Irlanda de la década de 1860, la discriminación hacia los católicos era estructural, y la relación con Inglaterra marcaba todos los aspectos de la vida pública.

Benjamin Guinness no era solo un empresario: fue parlamentario conservador y defendió la unión de Irlanda con Gran Bretaña. La familia estaba vinculada a la aristocracia protestante y mantenía estrechos lazos con Inglaterra, donde muchos Guinness residían o asumían cargos en la Iglesia anglicana. Esa cercanía con la corona alimentaba el recelo de sectores católicos y nacionalistas.

Tras su muerte, Edward Cecil Guinness, el tercer hijo del fundador, asumió un rol central en la administración y más tarde expandió el negocio hasta convertirlo en la mayor cervecería del mundo. Arthur, en cambio, se inclinó hacia la política conservadora y llegó a ocupar un escaño en el Parlamento Británico. Benjamin Jr. quedó marcado por los excesos y una menor ambición empresarial, mientras que Anne se dedicó a desarrollar una serie de mejoras para los sectores más vulnerables de Irlanda.

Esta filantropía de los Guinness –desde la restauración de la catedral de San Patricio hasta la inversión en obras públicas– buscaba aliviar los cuestionamientos políticos. Sin embargo, también consolidaba la idea de que la familia actuaba como intermediaria entre un poder británico protestante y una población irlandesa empobrecida y mayoritariamente católica.

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Niamh McCormack como Ellen Cochrane en La Casa Guinness de Netflix

Los Fenianos y la amenazas a la familia Guinness

Uno de los ejes de La Casa Guinness es la relación entre Edward Cecil Guinness y los Fenianos, una organización revolucionaria surgida tras la Gran Hambruna de mediados del siglo XIX, que buscaban romper con Inglaterra y organizaron acciones tanto en Irlanda como en Estados Unidos y Canadá. En la ficción, Edward intenta abrir un canal de diálogo con sus representantes.

La familia Guinness temía atentados contra la fábrica y hablaba de amenazas de incendio o sabotaje. Los Fenianos contaban con apoyo económico de la diáspora irlandesa en Estados Unidos, donde veteranos de la Guerra Civil recaudaban fondos y enviaban armas. El movimiento llegó a organizar cinco expediciones militares contra Canadá, entonces territorio británico, en un esfuerzo por presionar a Londres para negociar la independencia irlandesa. Los exiliados irlandeses participaron de esos intentos, con la idea de convertir la experiencia militar en un recurso para una futura insurrección en Irlanda.

La Casa Guinness introduce un romance ficticio entre Edward Guinness y Ellen Cochrane, militante asociada a los Fenianos. Aunque Cochrane y su hermano son personajes creados por Knight para la serie, el recurso dramático resalta la fragilidad de los vínculos entre los Guinness y el nacionalismo irlandés, en un período en que el apellido se asociaba a la lealtad con Inglaterra.

Los conflictos retratados en La Casa Guinness tienen correlato histórico, como la liberación de prisioneros nacionalistas, conocidos como los Cinco de Cuba, enviados a Estados Unidos en un intento de calmar las tensiones. Los británicos esperaban que esa medida fortaleciera el apoyo de los católicos americanos a favor de la represión del movimiento, en un momento en que la Hermandad Feniana estaba profundamente dividida.

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La Casa Guinness, la nueva serie de Steven Knight para Netflix

Política, negocios y la continuidad de la dinastía Guinness

El desenlace de la primera temporada de La Casa Guinness muestra un atentado contra Arthur Guinness, hermano de Edward, cuando se postula al Parlamento. Aunque el episodio se presenta en clave de suspenso, la historia real es conocida: Arthur sobrevivió, ejerció como diputado durante un año y murió en 1915.

Aunque La Casa Guinness presenta intrigas familiares y escenas de violencia, lo que subyace es una pregunta más amplia: cómo una familia convirtió un producto de consumo en símbolo de poder e identidad. Para los irlandeses, Guinness era tanto un orgullo nacional como un recordatorio de las divisiones sociales. La marca se producía en Dublín, pero se embotellaba en Inglaterra. Representaba empleo y prosperidad, pero también lazos con el poder británico.

Steven Knight, creador de la serie, insiste en que La Casa Guinness no busca contar la historia del éxito económico sino cómo los herederos enfrentaron la presión de un país en crisis y cómo sobrevivieron a las disputas que podían fracturar la dinastía. La cervecería ya era una potencia en el siglo XIX, con un mercado consolidado en Inglaterra y una producción que superaba a la de cualquier competidor local. Lo que estaba en juego no era la viabilidad del negocio, sino la capacidad de los herederos de administrar el poder en un contexto político cada vez más inestable.

El atractivo de La Casa Guinness radica en que muestra a una familia que, con su riqueza y prestigio, terminó formando parte de las grandes tensiones políticas de Irlanda. No se trata solo de negocios, sino de cómo el poder económico se convierte en poder cultural y político en una sociedad marcada por la desigualdad religiosa y por la búsqueda de independencia.

La permanencia de Guinness como marca global prueba que esas tensiones no impidieron la consolidación de un imperio cervecero. Pero detrás de la espuma y la publicidad, lo que muestra tanto la historia real como la ficción es cómo una familia utilizó su capital económico para sostenerse en un país fragmentado, donde la cerveza era al mismo tiempo un producto de exportación y un símbolo de disputas identitarias.

DISPONIBLE EN NETFLIX.

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