A Través del Fuego (The Lost Bus) reconstruye una historia real ocurrida el 8 de noviembre de 2018, cuando el fuego arrasó la ciudad de Paradise, en el norte de California. La película dirigida por Paul Greengrass se inspira en un conductor escolar, Kevin McKay, y una maestra, Mary Ludwig, que lograron poner a salvo a 22 niños mientras el llamado Camp Fire –el peor incendio en la historia del estado– consumía todo a su alrededor. La reconstrucción cinematográfica de ese día es una aproximación a la supervivencia, la acción colectiva y la vulnerabilidad ante desastres que ya no pueden considerarse excepcionales.
A Través del Fuego parte de una fuente periodística: el libro Paradise: One Town’s Struggle to Survive an American Wildfire, de la reportera Lizzie Johnson, publicado en 2021. La autora registró el desarrollo del incendio a través de testimonios de bomberos, vecinos y sobrevivientes, entre ellos los protagonistas del rescate en el autobús escolar. El libro fue el punto de partida del guion de Brad Ingelsby, creador de Mare of Easttown, y del propio Greengrass, que volvió sobre un terreno que conoce: la narración de hechos reales filmados con la urgencia del documental y la tensión del thriller.
En A Través del Fuego, el cineasta británico aplica el mismo principio que guió United 93 o Captain Phillips: contar la realidad sin renunciar al lenguaje cinematográfico. Su interés no está en la catástrofe como espectáculo, sino en las decisiones humanas dentro de un margen de tiempo mínimo. En ese espacio se define lo que la película observa: la capacidad de actuar cuando el mundo se reduce a un camino, un autobús y el fuego que avanza completamente fuera de control.

A Través del Fuego: La historia real detrás del rescate
El incendio comenzó poco después del amanecer, cuando una línea de transmisión eléctrica de la empresa PG&E falló en el condado de Butte. El viento convirtió una chispa en una tormenta de fuego que en pocas horas destruyó más de 18 mil estructuras y provocó 85 muertes. Miles de personas quedaron atrapadas en las rutas de evacuación, entre ellas McKay, Ludwig y un grupo de alumnos de la escuela Ponderosa Elementary.
La escena que A Través del Fuego reconstruye no es producto de la ficción. Cuando las llamas cortaron las rutas, McKay –chofer escolar con años de experiencia– y Ludwig –maestra de primer grado– recibieron la orden de evacuar a los niños que aún quedaban en el edificio. Subieron al autobús amarillo y comenzaron a avanzar entre columnas de humo, caídas de árboles y vehículos incendiados. Sin comunicación con los servicios de emergencia, siguieron las señales de tránsito cubiertas por ceniza hasta llegar a una zona segura, tras varias horas de maniobra.
El gesto que define A Través del Fuego no es heroico en el sentido clásico. Es la persistencia en medio del caos, la obstinación por mantener el control cuando nada parece posible. Greengrass convierte esa acción en una secuencia cerrada, sin escapatoria visual ni narrativa: el interior del bus es el centro de gravedad del film. El fuego no es solo amenaza sino presencia, una fuerza que rodea y desorienta. Cada movimiento del vehículo, cada cambio de luz, se vuelve parte de la historia del día en que una decisión humana contuvo el avance de un desastre natural.
A Través del Fuego: La mirada de Paul Greengrass sobre la realidad
Desde Bloody Sunday hasta 22 July, Greengrass desarrolló una forma de mirar lo real sin convertirlo en documento ni en dramatización. En A Través del Fuego, esa mirada se apoya en una puesta en escena física, casi táctil. La cámara sigue a los personajes dentro del autobús, vibra con ellos, pero evita la coreografía del espectáculo. El movimiento está guiado por la percepción: lo que los protagonistas alcanzan a ver entre el humo, lo que escuchan a través del rugido de las llamas, lo que sienten cuando el aire se vuelve irrespirable.
El rodaje se realizó en Ruidoso, Nuevo México, un entorno que reproduce la geografía de Paradise sin exponer a la comunidad real. Allí se construyó un circuito cerrado donde los actores podían atravesar el fuego de forma segura. Las llamas son reales, producidas con gas controlado; la luz también lo es, grabada durante la hora mágica para obtener ese tono anaranjado que precede al eclipse del humo. Cada secuencia requirió una precisión casi matemática: los movimientos del bus, los giros, la coordinación de los niños, las explosiones planificadas. Todo debía ocurrir en tres tomas. A Través del Fuego reproduce así la sensación de urgencia que definió el rescate original.
Greengrass evita los subrayados. No hay discursos y frases explicativas. El único momento en que el guion menciona el cambio climático ocurre en una conferencia de prensa donde un jefe de bomberos advierte que incendios como ese se repetirán. El resto de la película trabaja con lo implícito: la fragilidad de la infraestructura, la desigualdad que deja a las comunidades rurales expuestas, el costo humano de un sistema que posterga el mantenimiento eléctrico hasta que algo se incendia. La crítica está en el hecho, no en su interpretación.

Kevin McKay, Mary Ludwig y la representación de la resiliencia
El vínculo entre McKay y Ludwig sostiene A Través del Fuego. Él, conductor de mediana edad que intenta ser mejor padre; ella, maestra acostumbrada a cuidar de otros. En el relato real, ambos improvisaron rutas, apagaron incendios menores con toallas mojadas y organizaron a los niños para mantener la calma. En la película, Matthew McConaughey y America Ferrera interpretan esas conductas sin sentimentalismo, con una sobriedad que encaja en el tono de Greengrass. La empatía surge del riesgo compartido, no del discurso emocional.
La preparación incluyó conversaciones con los verdaderos protagonistas, aunque sin involucrar a los menores. McConaughey filmó junto a su madre y su hijo, ambos interpretando los mismos roles familiares del personaje. La coincidencia –descubierta por el director después del casting– refuerza la verosimilitud: la familia real del actor interpreta a la familia del personaje real. Esa decisión produce una correspondencia entre ficción y biografía que define el método de Greengrass: partir de lo verdadero para alcanzar lo creíble.
El fuego, tratado como un personaje, refuerza esa intención. Greengrass y su montajista Billy Goldenberg lo concibieron como una presencia que se mueve y respira, inspirada en Tiburón. No se ve del todo, pero se siente avanzar. En los planos más cerrados, el fuego adquiere un punto de vista: observa, rodea, acecha. Esa elección traslada la amenaza de lo natural a lo moral. No hay villano humano, solo la consecuencia de un sistema de negligencias que termina por devorar lo que había prometido proteger.
El trasfondo de A Través del Fuego excede la historia individual. Paradise era una comunidad de trabajadores, jubilados y familias de clase media baja, una zona donde los costos de vida eran menores que en las ciudades del valle. La película no dramatiza esa condición, pero la sugiere en cada diálogo, en cada casa que se quema. Paul Greengrass no filma el heroísmo como virtud, sino como reflejo de un modo de vida: personas que dependen unas de otras para sobrevivir.
La inclusión de PG&E como causa del incendio es directa. No hay demonización ni denuncia explícita, pero el dato está presente. La película asume que el fuego comenzó por un fallo en la línea eléctrica y deja que el espectador saque sus propias conclusiones. Ese es el punto donde Greengrass se separa del melodrama y se aproxima al registro periodístico: presentar los hechos sin editorializarlos, pero sin ocultar su origen.
El final de A Través del Fuego evita la épica. Cuando el autobús llega a salvo y los padres se reencuentran con sus hijos, la película no busca el alivio fácil. Lo que queda es una mezcla de cansancio, humo y silencio. Es el cierre lógico de un día que cambió para siempre a una comunidad, pero que también revela una idea constante en el cine del director: la posibilidad de resistencia en medio del desastre.
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