Netflix confirmó la adaptación de Black Hole, el cómic de culto creado por Charles Burns entre 1995 y 2005. La serie estará escrita y dirigida por Jane Schoenbrun, autora de I Saw the TV Glow, quien trasladará al formato televisivo una historia donde la adolescencia se vuelve una mutación literal. El proyecto, producido por New Regency y Plan B, marca el debut de Schoenbrun en la televisión y su regreso al territorio donde se cruzan la angustia juvenil, el deseo y el terror.
La elección de Schoenbrun no sorprende. Su cine ya exploró el desconcierto de crecer en un mundo que parece deformarse con cada paso. En Black Hole, la metáfora se vuelve carne: una enfermedad sexual transforma a los adolescentes en monstruos. En la periferia de un pueblo aparentemente normal, los cuerpos infectados viven aislados en el bosque, perseguidos por un asesino que acecha entre ellos.
Con esta adaptación, Netflix apuesta por un tipo de horror más íntimo y emocional, donde el miedo proviene tanto de la carne como de la conciencia. La plataforma ganó la puja por los derechos frente a otros estudios, asegurando una serie que promete combinar el lirismo sombrío de Burns con la sensibilidad inquieta de Schoenbrun.

Black Hole: Un cómic sobre adolescencia, cuerpo y contagio
Publicada en doce números entre 1995 y 2005, Black Hole es una de las obras más influyentes del cómic independiente estadounidense. Burns retrata un suburbio donde el despertar sexual se convierte en una epidemia: quienes “tienen sexo demasiado jóvenes” contraen una infección que altera su cuerpo de forma grotesca. Las mutaciones, distintas para cada personaje, funcionan como metáforas del deseo reprimido, la exclusión social y el miedo a la diferencia.
En su centro está Chris, una chica popular que se contagia tras una noche impulsiva, y Keith, el muchacho enamorado que la busca mientras la ciudad empieza a temer a los contagiados. En el bosque donde se refugian los infectados, surge un nuevo horror: alguien está asesinando a los marginados.
Schoenbrun se enfrenta a un material que le resulta natural. En I Saw the TV Glow, una de las mejores películas de 2024, el miedo no provenía de monstruos externos sino del proceso de autodefinirse. Black Hole amplía esa mirada: el cuerpo mutante como extensión del trauma adolescente. No se trata de un terror de sustos, sino de atmósfera; de una pesadilla que avanza con el ritmo del crecimiento.
La serie Black Hole de Netflix: La historia de una adaptación imposible
Durante dos décadas, Black Hole pareció imposible de filmar. David Fincher, Alexandre Aja y Rick Famuyiwa fueron algunos de los directores que intentaron llevarla al cine. Todos abandonaron el proyecto antes de rodar una sola escena. El propio Burns participó en versiones de guion que nunca prosperaron.
Netflix y New Regency retomaron los derechos en 2018, pero la adaptación volvió a demorarse. El anuncio actual, con Schoenbrun confirmada como creadora, guionista y directora, parece cerrar ese ciclo de frustraciones. Plan B –la productora detrás de Moonlight y The Last Black Man in San Francisco– estará a cargo de la producción ejecutiva junto con Burns y Erin Levy (Mad Men).
La apuesta no solo revive un proyecto legendario sino que inserta a Schoenbrun en una tradición de autores que convierten el horror en lenguaje de identidad. Si I Saw the TV Glow exploraba el desajuste entre cuerpo y percepción, Black Hole extiende esa fractura hacia lo colectivo: el contagio como metáfora de pertenecer.
Jane Schoenbrun, del cine íntimo al mito adolescente
Jane Schoenbrun se consolidó con Todos Vamos a la Feria del Mundo (We’re All Going to the World’s Fair), una película sobre soledad digital y performatividad en internet. Luego, con I Saw the TV Glow, llevó esa mirada hacia el territorio de la memoria y la cultura pop. Su cine parece preguntarse cómo habitamos la adolescencia cuando la realidad se comporta como una ilusión.
Black Hole le ofrece un espacio mayor sin perder su tono personal. La historia sucede en Roosevelt, un pueblo perfecto que oculta una leyenda urbana: si tenés sexo demasiado joven, contraés “el bicho”, un virus que te convierte en un monstruo. Schoenbrun transforma esa fábula moral en una crónica sobre la formación de la identidad. Entre el bosque y el suburbio, entre la infección y la exclusión, la serie puede ser tanto un relato de terror como una elegía sobre crecer con miedo.
Su próximo largometraje, Teenage Sex and Death at Camp Miasma, con Hannah Einbinder y Gillian Anderson, mantiene la misma línea temática: el cuerpo adolescente como campo de batalla. En ese sentido, Black Hole no es solo una adaptación de un cómic, sino la continuación de una obra coherente sobre los límites de la experiencia juvenil y la monstruosidad como espejo.



