Love, Death + Robots Vol. 4: Netflix y el arte del apocalipsis

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La temporada 4 de Love, Death + Robots es la fórmula perfecta del entretenimiento moderno: fragmentada, apocalíptica, lo suficientemente sofisticada como para no insultar tu inteligencia.

Netflix ha perfeccionado el arte de convertir el fin del mundo en espectáculo. Love, Death + Robots, la antología animada de Netflix que David Fincher y Tim Miller concibieron como una celebración de la ciencia ficción más salvaje, regresa con su cuarto volumen después de una ausencia prolongada, cargando consigo el peso de sus propias expectativas y la inevitable comparación con lo que fue.

El volumen 4 de Love, Death + Robots es una criatura extraña, desigual. Animación 2D que recuerda a los cómics underground de los 70’s, CGI que compite con los blockbusters de Hollywood, técnicas de tilt-shift que miniaturizan apocalipsis alienígenas. Cada episodio es un experimento estético, un laboratorio donde se prueban nuevas formas de contar historias viejas.

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Los Chicos de la Calle 400 en en Love, Death + Robots Vol. 4

Love, Death + Robots Vol. 4: Guía de episodios

La serie abre con Can’t Stop. Dirigido por el propio Fincher, es el episodio más extraño: una recreación animada de un concierto de Red Hot Chili Peppers usando técnicas de marionetas digitales. No es ciencia ficción ni fantasía, apenas un video musical expandido que se justifica por su virtuosismo técnico. Es Fincher haciendo Fincher para demostrar que puede hacer Fincher incluso cuando no tiene nada que decir.

Miniencuentros del Tercer Tipo (Close Encounters of the Mini Kind) es un regreso al territorio que la serie exploró magistralmente en Night of the Mini Dead, convirtiendo una invasión alienígena en una experiencia en miniatura que combina terror y ternura con una eficacia. Aquí hay algo de esa magia original: la capacidad de tomar un concepto familiar y transformarlo en algo completamente nuevo.

Pero es en Spider Rose donde el volumen 4 encuentra su primer momento de verdadera grandeza. Esta continuación de Swarm del volumen anterior. Una mujer convertida en máquina busca justicia en un mundo donde la frontera entre lo orgánico y lo artificial se ha vuelto irrelevante. Es Blade Runner sin la melancolía, Ghost in the Shell sin la introspección: pura adrenalina visual servida con eficiencia. Es el tipo de episodio que recuerda por qué Love, Death + Robots se convirtió en un fenómeno: la perfecta combinación de narrativa inteligente, estética deslumbrante y exploración de temas profundos.

Los Chicos de la Calle 400 (400 Boys) presenta un mundo post-apocalíptico donde las pandillas urbanas se unen para enfrentar a bebés gigantes desnudos llamados simplemente “chicos”. La premisa es tan absurda que trasciende el absurdo y se convierte en algo parecido a la verdad. Porque esto es lo que hace bien Love, Death + Robots: encuentra la lógica interna de lo ilógico y la explota hasta sus últimas consecuencias.

Los episodios cómicos funcionan como respiro entre tanta violencia ornamental. Aparatos Inteligentes, Usuarios Idiotas (Smart Appliances, Stupid Owners) es un confesionario para electrodomésticos inteligentes que se quejan de sus usuarios. Cepillos de dientes, inodoros de lujo y cámaras de seguridad expresan su hartazgo existencial con las voces de Amy Sedaris, Kevin Hart y Brett Goldstein. Es humor de oficina trasladado al hogar inteligente, crítica social disfrazada de sketch de Saturday Night Live.

La Otra Cosa Grande (The Other Large Thing) sigue a un gato obsesionado con la dominación mundial que encuentra el cómplice perfecto en un asistente robótico. John Oliver y Chris Parnell le dan voz a una historia que es, simultáneamente, una parodia de las películas de espías y una reflexión sobre la inteligencia artificial doméstica. El futuro como comedia de enredos protagonizada por mascotas y máquinas.

Tim Miller, cocreador de la serie, dirige dos episodios en este volumen, con resultados dispares. El Gólgota (Golgotha), el primer episodio completamente en acción real de la serie, explora las consecuencias de una especie alienígena avanzada que descubre a su mesías entre los animales de la Tierra.

Pero mucho más efectivo resulta El Rugido del Tiranosaurio (The Screaming of the Tyrannosaur), donde Miller regresa al territorio familiar de la animación 3D para contar una historia de gladiadores modificados genéticamente que luchan montados en dinosaurios mientras MrBeast —sí, el YouTuber millonario— hace de presentador. La ironía es densa: el futuro imaginado como un reality show conducido por la encarnación actual del espectáculo capitalista.

El Camino a la Religión (How Zeke Got Religion) lleva la estética Heavy Metal a su máxima expresión. Soldados de la Segunda Guerra Mundial enfrentan a una monstruosidad demoníaca invocada por los nazis. Es Hellboy sin copyright, cómic underground sin pretensiones artísticas, gore puro condimentado con nostalgia por una época en que los villanos tenían uniformes reconocibles y los héroes no necesitaban terapia.

For He Can Creep cierra la temporada con gatos victorianos enfrentando al diablo. Dan Stevens presta su voz a Satanás en una historia que mezcla poesía británica del siglo XVIII con teología doméstica. Es el tipo de episodio que solo funciona en Love, Death + Robots: demasiado raro para el cine mainstream, demasiado pulido para el underground.

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El Rugido del Tiranousaurio en Love, Death + Robots Vol. 4

Love, Death + Robots Vol. 4: La fragmentación de la cultura

La cuarta temporada de Love, Death + Robots no alcanza las alturas de la tercera, pero mantiene lo que siempre ha sido el mayor logro de la serie: la capacidad de sorprender sin recurrir al shock fácil. Cada episodio es un pequeño mundo completo, una miniatura perfecta que funciona por sí sola pero cobra sentido en el conjunto.

Netflix ha encontrado en Love, Death + Robots la fórmula perfecta para el consumo cultural contemporáneo: entretenimiento fragmentado, consumible en pequeñas dosis, lo suficientemente sofisticado como para no insultar la inteligencia del espectador pero lo suficientemente simple como para no exigir demasiado esfuerzo. Es la distracción perfecta para una época que ha convertido la distracción en su principal industria.

El resultado es una temporada sólida que confirma lo que ya sabíamos: el apocalipsis vende, la violencia estilizada funciona y el futuro, tal como nos lo imaginamos, se parece sospechosamente al presente pero con mejores efectos especiales. Love, Death + Robots sigue siendo el espejo perfecto de una cultura que ha aprendido a mirar su propia destrucción.

DISPONIBLE EN NETFLIX.

Tráiler:

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