La amenaza de un misil nuclear que se acerca al corazón de Estados Unidos en menos de veinte minutos es el centro de Una Casa de Dinamita (A House of Dynamite), la nueva película de Kathryn Bigelow que Netflix estrena el 24 de octubre, tras su premiere mundial en el Festival de Venecia 2025. Con una narración en tiempo real y un guion de Noah Oppenheim, la película combina precisión procedimental con una puesta en escena que amplifica la sensación de impotencia frente al error humano y a la maquinaria burocrática.
Una Casa de Dinamita es otra variante de lo que Bigelow trabaja desde sus inicios: sociedades edificadas sobre estructuras frágiles, siempre al borde del colapso. Como en The Hurt Locker y Zero Dark Thirty, el centro del relato no es el heroísmo ni la certeza de las decisiones, sino la ambigüedad de un sistema en el que la cadena de mando y los recursos tecnológicos conviven con la improvisación.
En Venecia, Una Casa de Dinamita provocó reacciones encontradas: para algunos críticos, se trata de un regreso de Bigelow al terreno que mejor domina; para otros, el film oscila entre el realismo político y el espectáculo de alto voltaje sin encontrar un equilibrio claro. El estreno en Netflix plantea otra cuestión: cómo impacta en el público masivo una obra que se desarrolla casi por completo en salas de crisis, despachos militares y pasillos del poder.

Una Casa de Dinamita: Elenco y estreno en Netflix
El estreno de Una Casa de Dinamita en Netflix está programado para el 24 de octubre, en un calendario en el que la plataforma busca reforzar su presencia con títulos de gran visibilidad. La elección de lanzar la película a pocas semanas de su presentación en Venecia sigue la lógica de acelerar la circulación de filmes con potencial de presencia en redes y debate público.
Inspirada en protocolos reales del Pentágono, Una Casa de Dinamita se desarrolla en tres bloques narrativos que repiten la misma línea temporal desde diferentes puntos de vista: el de la oficial de sala de situación (Rebecca Ferguson), el de un asesor de seguridad nacional (Gabriel Basso) y el del propio presidente de Estados Unidos, interpretado por Idris Elba. Esta estructura le permite a Bigelow mostrar las decisiones en paralelo, las contradicciones entre áreas de gobierno y la dimensión personal de cada personaje frente a un posible desastre.
Oppenheim, con experiencia en periodismo político, aporta diálogos cargados de acrónimos y tecnicismos que transmiten la tensión burocrática. El resultado es un relato que se mueve entre la inmediatez de la amenaza y la lentitud de las respuestas institucionales.
Jared Harris encarna al secretario de Defensa con un tono exasperado, consciente de que su hija se encuentra en la ciudad amenazada por el misil. Tracy Letts, como general al mando, aporta una visión cínica y desencantada del aparato militar. Idris Elba, en cambio, recibió críticas por un desempeño más plano de lo esperado en un rol presidencial.

Kathryn Bigelow y el regreso al thriller político
La directora vuelve después de ocho años sin estrenar largometrajes. Su último film, Detroit (2017), exploraba la violencia policial en el marco de los disturbios raciales de 1967. En Una Casa de Dinamita, retoma el tono procedimental de sus trabajos más reconocidos y lo aplica a un escenario contemporáneo: el riesgo nuclear en un mundo marcado por la incertidumbre geopolítica.
Bigelow filma la acción con la cámara de Barry Ackroyd, que recurre a movimientos nerviosos, zooms abruptos y un registro cercano al documental. La puesta enfatiza el desconcierto de los funcionarios y la incapacidad del aparato estatal para reaccionar con eficacia. La directora se distancia de los códigos del cine catástrofe y evita mostrar la destrucción directa, enfocándose en la preparación, la duda y la impotencia de los encargados de decidir.
La comparación con The Hurt Locker y el clásico de culto Zero Dark Thirty es inevitable. En aquellas películas, la tensión provenía de la proximidad de la explosión o de la caza de un enemigo identificado; aquí, el enemigo permanece anónimo y el peligro es abstracto: el misil existe, la amenaza es real, pero el origen no se esclarece.
Una Casa de Dinamita: Recepción en Venecia y proyección en streaming
En el Festival de Venecia, Una Casa de Dinamita fue leída como una síntesis del recorrido de Bigelow. La crítica destacó la ambición de filmar una historia que se desarrolla en un lapso de menos de veinte minutos de tiempo diegético, así como la decisión de multiplicar los puntos de vista. La estructura narrativa recuerda a modelos como Rashomon de Akira Kurosawa, aunque aquí la repetición refuerza la sensación de estancamiento.
Una Casa de Dinamita se inscribe en una tradición de relatos sobre el fin del mundo en clave política, pero evita la espectacularidad de los efectos visuales para concentrarse en los dilemas de decisión. En ese sentido, prolonga las preocupaciones de Bigelow sobre la relación entre poder, violencia y responsabilidad. El silencio con el que concluye la narración no es un gesto estilístico aislado, sino una forma de interpelar al espectador sobre lo que permanece sin respuesta.
 
				 
								


