Lady Gaga se incorpora al elenco de El Diablo Viste a la Moda 2, la secuela de 20th Century Studios que reúne a Meryl Streep, Anne Hathaway, Emily Blunt y Stanley Tucci. Su papel aún no fue revelado, pero su presencia confirma la magnitud del proyecto, que llegará a los cines el 1 de mayo de 2026.
El rodaje comenzó en junio y las primeras imágenes de Lady Gaga en el set circularon desde Milán, donde la película está filmando parte de sus escenas. La dirección vuelve a estar a cargo de David Frankel, con guion de Aline Brosh McKenna, los mismos nombres detrás del éxito de 2006. La trama, según trascendió, retomará la historia desde el punto de vista de Miranda Priestly, ahora enfrentada al derrumbe del imperio editorial que alguna vez dominó.
La elección de Lady Gaga para el reparto de El Diablo Viste a la Moda 2 no sorprende por su estilo ni por su vínculo con el mundo de la moda, sino por el modo en que su figura amplía el universo del filme. En medio de su gira mundial Mayhem Ball y tras el cameo en Merlina y protagonizar Joker: Folie à Deux, la cantante y actriz vuelve al cine en un registro distinto: el del poder mediático y su mutación.

El Diablo Viste a la Moda 2: De qué trata la secuela
El Diablo Viste a la Moda 2 se propone explorar la transformación del ecosistema editorial desde la cima. Miranda Priestly, interpretada nuevamente por Streep, enfrenta el ocaso del papel y la pérdida de influencia de las revistas de moda frente a las plataformas digitales y las redes sociales.
Según versiones cercanas a la producción, Priestly deberá negociar con Emily Charlton (Blunt), su antigua asistente convertida en ejecutiva de una poderosa marca de lujo que maneja los presupuestos publicitarios que Runway necesita para sobrevivir. Es una inversión de jerarquías: la jefa absoluta del glamour impreso confrontada con una nueva generación que aprendió de ella y ahora la supera.
El regreso de Anne Hathaway como Andy Sachs, que al final de la primera película abandonaba Runway para trabajar en periodismo, introduce otra dimensión en el conflicto. La historia podría situarla en un punto intermedio entre ambas figuras, como testigo de un cambio de era en el que la ética, la ambición y la lealtad se vuelven intercambiables.

Lady Gaga y el reparto de El Diablo Viste a la Moda 2
A casi veinte años de su estreno, El Diablo Viste a la Moda sigue siendo una referencia del cine sobre poder, trabajo y apariencia. Pero el desafío de esta continuación es distinto: no repetir la sátira, sino observar cómo muta su objeto. La industria de la moda ya no depende de las revistas, sino de algoritmos y colaboraciones virales; el modelo de Miranda Priestly pertenece a un mundo que se desvanece.
El equipo original regresa casi completo: David Frankel en la dirección, Aline Brosh McKenna en el guion y las productoras Wendy Finerman y Karen Rosenfelt al frente del proyecto. Entre los nuevos nombres se destacan Kenneth Branagh –como el esposo de Miranda–, Lucy Liu, Justin Theroux, B.J. Novak, Pauline Chalamet y Simone Ashley. Tracie Thoms y Tibor Feldman también retoman sus papeles menores de la película de 2006.
El retorno de Lady Gaga al cine marca su primera aparición importante desde Joker: Folie à Deux. Su participación en El Diablo Viste a la Moda 2 funciona como punto de cruce entre dos esferas que domina: la música y la moda. El rodaje, coincidente con su gira mundial, refuerza esa idea de un presente donde los límites entre industria cultural y espectáculo son cada vez más difusos.
El regreso de Miranda Priestly y el nuevo mapa del poder
El contexto de El Diablo Viste a la Moda 2 ya no es el de la joven periodista que entra al mundo del lujo, sino el de una mujer que construyó su autoridad en un terreno que se derrumba. Miranda Priestly, modelo de poder analógico, enfrenta la lógica líquida del presente. La secuela podría así convertir una comedia sobre la vanidad en una reflexión sobre la caducidad del prestigio.
Lady Gaga encarna esa transición: una artista que pasó de desafiar el sistema a ocuparlo, que entiende la moda como relato y no solo como superficie. Su aparición en El Diablo Viste a la Moda 2 no es un gesto decorativo, sino una pieza funcional a una historia que se pregunta qué queda del poder cuando el público decide con un clic.
 
				 
								


