plano americano

Bugonia: Yorgos Lanthimos y la paranoia contemporánea

bugonia
Poder, conspiración y desconfianza social: en Bugonia, Yorgos Lanthimos convierte el secuestro de una empresaria en un ensayo visual sobre el presente.

Bugonia es la décima película de Yorgos Lanthimos y su primera alianza con Focus Features tras su vínculo con Searchlight que lo llevó de la rareza griega de Canino al escenario central de los Oscar con La Favorita y Pobres Criaturas. Estrenada en competencia en la 82ª edición del Festival de Venecia, la película recupera un película de culto surcoreano —Save the Green Planet! de Jang Joon-hwan— y lo traduce a un relato occidental sobre la desconfianza, la conspiración y la violencia política.

El guion, escrito por Will Tracy (Succession, El Menú), aparta a Lanthimos de sus habituales colaboradores Efthimis Filippou y Tony McNamara. Bugonia está atravesada por un humor más directo, menos teatral que en Pobres Criaturas, menos abstracto que en El Sacrificio del Ciervo Sagrado. El resultado es una película que se mueve en un terreno inestable, entre el humor negro y el thriller paranoico, sin renunciar al rigor visual que ha definido el estilo del director.

En el centro están Jesse Plemons y Emma Stone. Él es Teddy, apicultor obsesionado con la idea de que el colapso de sus colmenas es la señal de una invasión alienígena. Ella es Michelle Fuller, directora de una corporación farmacéutica que él identifica como infiltrada entre los humanos. El secuestro que articula la trama es menos un recurso narrativo que un laboratorio: un espacio cerrado donde se ponen en juego la paranoia, el poder corporativo y la fragilidad de los discursos políticos contemporáneos.

bugonia pelicula
Jesse Plemons como Teddy en Bugonia de Yorgos Lanthimos

Bugonia: Un remake en clave política

El punto de partida de Bugonia es fiel al original surcoreano: un outsider que decide secuestrar a una poderosa ejecutiva convencido de que es un extraterrestre. Pero mientras Save the Green Planet! funcionaba como un espejo del trauma de Corea del Sur en la posdictadura, la versión de Lanthimos desplaza la mirada hacia un presente marcado por la desconfianza en las grandes corporaciones, las narrativas de resistencia digital y el descrédito generalizado de las instituciones.

El guion de Tracy articula esa traducción cultural. Teddy, interpretado por un Plemons famélico y crispado, no responde a una ideología concreta: pasa por la ultraderecha, el marxismo, el conspiracionismo de internet y el ecologismo radical sin encontrar en ninguno un refugio estable. Su discurso esquizoide de consignas revelan tanto el desamparo del personaje como el ruido ideológico del presente.

Michelle Fuller, en cambio, es la personificación de la empresa contemporánea: capaz de posar en la tapa de Forbes o en un spot motivacional con sonrisa medida, pero sin remordimientos frente a los daños colaterales de sus productos. Stone encarna esa ambigüedad con un gesto que combina el control del poder y la vulnerabilidad física de una prisionera. La escena en la que se rapa frente a cámara condensa esa tensión: un acto de sumisión impuesto, pero también una transformación que le permite reinventarse en medio del encierro.

En ese contrapunto entre Teddy y Michelle se organiza el núcleo de Bugonia: no se trata de decidir quién tiene razón, sino de mostrar cómo ambos habitan un mundo en el que la verdad se vuelve inasible, oscilando entre la sospecha conspirativa y el cinismo corporativo.

bugonia yorgos lanthimos
Yorgos Lanthimos

Un thriller con la firma de Lanthimos

Lanthimos mantiene en Bugonia su distancia habitual: filma el secuestro como si se tratara de un experimento clínico. La cámara de Robbie Ryan, en su cuarta colaboración con el director, alterna la precisión de los encuadres con irrupciones de violencia explícita. El encierro funciona como teatro de la crueldad donde los personajes se observan, se manipulan y ponen a prueba los límites de su resistencia física y mental.

En contraste con el barroquismo visual de Pobres Criaturas, Bugonia es una película de interiores, más cercana a la austeridad de Canino. Filmada en 35mm y VistaVision, la puesta en escena refuerza la tensión de un relato de espacios cerrados con imágenes limpias, encuadres geométricos y un contraste entre la claustrofobia del encierro y la aparente calma del exterior.

Hay momentos en los que Bugonia parece dialogar con esa obra maestra del sadismo cinematográfico que es Funny Games de Michael Haneke: el secuestro no como espectáculo de acción, sino como examen sobre la pasividad y la crueldad. Sin embargo, el humor negro de Tracy acerca el relato más a la sátira contemporánea.

El film también introduce una reflexión metanarrativa: Teddy se convence de que su misión es salvar a la humanidad, pero la película se encarga de mostrar cómo su resistencia está atravesada por la misma lógica de espectáculo y performatividad que critica. En ese punto, Lanthimos convierte la historia en un ensayo sobre el lugar del individuo frente a los discursos colectivos, atrapado entre la voluntad de redención y la imposibilidad de cambiar un sistema que lo supera.

critica bugonia
Emma Stone como Michelle Fuller en Bugonia de Yorgos Lanthimos

Bugonia: Producción, estreno y proyección en premios

El estreno en el Festival de Venecia 2025 confirma que Bugonia no es una obra diseñada para agradar a la Academia. Su violencia gráfica y su ambigüedad política la alejan de la lógica de consenso que suele dominar en Hollywood. Aun así, el recorrido en festivales —con paradas en Toronto y Telluride— y su estreno en octubre en cines de Estados Unidos (13 de noviembre en Argentina y México) la colocan en el mapa de la temporada de premios.

Emma Stone podría volver a la carrera por el Oscar con un papel que exige entrega física y emocional, aunque sin el componente de heroísmo que facilitó su consagración en Pobres Criaturas. Jesse Plemons – premiado en Cannes por Tipos de Gentileza–, aparece aquí en su registro más extremo, delgado y descompuesto, con un personaje que puede leerse tanto como profeta ignorado o como fanático destructivo. Una de sus interpretaciones más extremas, construida desde la fragilidad y la obsesión, en un registro que podría darle visibilidad en un año competitivo.

Más allá de los premios, Bugonia confirma la capacidad de Lanthimos para moverse entre el cine de autor y la industria sin perder consistencia. Si Pobres Criaturas había mostrado un costado inesperadamente esperanzador, aquí el director vuelve a un tono más sombrío, aunque sin renunciar del todo a la ironía. La película funciona como puente entre dos vértices de su cine: la sátira corrosiva y el ensayo existencial.

Lanthimos describió la película en la conferencia de prensa como un relato contemporáneo: “No es distópico, es un reflejo de lo que está ocurriendo en el presente”. El director mencionó la violencia política, el avance de la inteligencia artificial y la crisis climática como parte del trasfondo de la historia.

Pero Bugonia no es un manifiesto ni una fábula redentora. Es una película incómoda porque se resiste a ofrecer certezas, y porque obliga a reconocer en la paranoia de su protagonista un reflejo del desconcierto de nuestro tiempo.

Mirá el tráiler a continuación:

NOTAS RELACIONADAS