Crítica Cómo Entrenar a tu Dragón (2025): El arte del autoplagio

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En Cómo Entrenar a tu Dragón 2025, Dean DeBlois adapta su propia obra maestra animada. El resultado es un ejercicio de reconstrucción visual atrapado entre la nostalgia y la creación.

Cómo Entrenar a tu Dragón en su versión live action 2025 es un experimento de fidelidad absoluta. Dean DeBlois ha tomado su propia película animada de 2010 y la ha calcado con la manía de un falsificador. Plano por plano, línea por línea, suspiro por suspiro. El resultado es una rareza cinematográfica: una película que existe en constante diálogo con su fantasma, que compite con su propia perfección anterior.

La trama es la misma: Hiccup, un muchacho entrañable que no termina de pertenecer, de ser un vikingo completo, quiere demostrar que vale. Encuentra a dragón herido. Pero en vez de matarlo como lo han hecho todos sus antepasados, lo adopta. Le pone nombre, lo cura, lo monta, lo entiende. Y en ese vínculo está la enseñanza de siempre, la que el cine repite quizás porque el mundo nunca la termina de entender: que la empatía puede más que el odio.

En Cómo Entrenar a tu Dragón 2025, la isla de Berk sigue en el mismo lugar del mapa donde nadie la encuentra, pero ahora es un lugar más peligroso. Los dragones que atacan la aldea en las primeras escenas no son las criaturas traviesas de la versión animada: son bestias imponentes, de dientes reales y aliento que quema. Son bestias, no mascotas. Y esa diferencia marca todo: las peleas son más intensas, los vuelos más peligrosos, el riesgo más tangible. La magia de la animación permitía cierta liviandad en la violencia. El realismo del live-action no perdona.

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Toothless en Cómo Entrenar a tu Dragón 2025

Cómo Entrenar a tu Dragón 2025: La trampa de la nostalgia

En Cómo Entrenar a tu Dragón 2025, Mason Thames carga con el peso de reemplazar una voz icónica. Su Hiccup es menos ansioso, más heroico desde el principio. Donde Jay Baruchel construía la comedia desde la neurosis, Thames busca la empatía desde la nobleza. Es una elección que aplana al personaje, que lo vuelve más predecible. Hiccup era interesante precisamente porque no parecía material de héroe. Ahora parece destinado a serlo desde el primer minuto.

Gerard Butler retoma el papel de Stoick, el padre rudo que aprende a llorar. Ha pasado años dándole voz a este jefe vikingo. Ahora le presta también su físico imponente, su barba rojiza, su manera de fruncir el ceño cuando su hijo lo decepciona una vez más.

Nico Parker compone una Astrid feroz y convincente, tal vez la única que logra aportar algo nuevo al material original. Su presencia tiene una solidez que el resto del elenco no alcanza: cuando se para frente a un dragón con su hacha en alto, se le cree. Los demás jóvenes vikingos –Snotlout, Fishlegs, los gemelos Ruffnut y Tuffnut– se mueven por la pantalla como turistas en su propia película, recitando líneas que suenan a eco.

Nick Frost retoma a Gobber, el herrero bonachón, con el mismo espíritu travieso de siempre. Es uno de los pocos personajes secundarios que no se sienten forzados en su nueva piel. Tal vez porque Frost entiende que está interpretando un personaje que ya existía completo, y se limita a habitarlo sin intentar mejorarlo.

Pero el verdadero protagonista sigue siendo Toothless, el dragón Furia Nocturna que se convierte en el mejor amigo de Hiccup. Los diseñadores han mantenido su personalidad felina, esos movimientos que imitan a un gato gigante y juguetón. Cuando Toothless inclina la cabeza o entrecierra los ojos, la magia funciona. Mason Thames logra construir una química creíble con su compañero. Es en estos momentos íntimos entre muchacho y dragón donde Cómo Entrenar a tu Dragón 2025 encuentra su corazón, el mismo que latía en la versión original.

La película funciona mejor en esos momentos pequeños: cuando Hiccup dibuja a Toothless en la arena, cuando el dragón se acerca cauteloso a conocer al muchacho, cuando ambos aprenden a confiar el uno en el otro. Son escenas que no necesitaban el live-action para existir, pero que tampoco lo rechazan. Simplemente son, con la naturalidad de lo inevitable.

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Mason Thames como Hiccup en Cómo Entrenar a tu Dragón 2025

Cómo Entrenar a tu Dragón 2025: El corazón intacto

Cómo Entrenar a tu Dragón 2025 dura 27 minutos más que la original. Cada escena respira demasiado, cada diálogo se extiende más de lo necesario. Es como si el director temiera que el público no entendiera lo que ya entendió en 2010, y decidiera explicarlo todo dos veces. La fluidez natural de la versión animada se vuelve aquí letargo calculado.

¿Para qué existe entonces Cómo Entrenar a tu Dragón 2025? No es mejor que la original, no cuenta la historia de manera diferente, no aporta perspectivas nuevas. Existe porque el público pagará por ver dragones en alta definición, porque los niños que crecieron con la versión animada ahora tienen hijos propios, porque la nostalgia se ha vuelto una industria más lucrativa que la innovación.

Porque esa es la trampa de estas adaptaciones: están condenadas a la comparación. Cada escena nos recuerda otra escena, cada momento emocional evoca su equivalente animado. Y casi siempre, el original gana. No por nostalgia, sino porque fue primero, porque nació libre de expectativas, porque no cargaba con el peso de recrear algo que ya existía.

DeBlois dirige Cómo Entrenar a tu Dragón 2025 con competencia profesional. Conoce estos personajes mejor que nadie, entiende sus motivaciones, respeta sus arcos narrativos. Pero también parece atrapado por su propia obra maestra. Como si no se atreviera a traicionar al original, prefiere copiarlo con fidelidad religiosa. El resultado es una película que funciona pero no vuela. La pregunta sigue ahí, como un dragón dormido en el fondo de una cueva: ¿era necesario despertarlo?

La tecnología ha avanzado desde 2010. Los efectos especiales son impresionantes, los dragones convincentes, los vuelos espectaculares. Pero la tecnología es solo herramienta, y las herramientas no hacen las obras de arte. Las hacen los artistas que las usan. Y aquí, el artista parece más preocupado por reproducir que por crear.

La historia sigue siendo hermosa. La amistad entre el chico y el dragón, la comprensión mutua que trasciende las diferencias, el amor que vence al miedo. Son temas universales, eternos, necesarios. Pero están contados con la prudencia de quien no quiere romper nada, de quien prefiere la seguridad del territorio conocido.

Cómo Entrenar a tu Dragón 2025 es una película que cumple exactamente lo que promete: la misma historia, con mejor tecnología. Para algunos, eso será suficiente. Para otros, será la confirmación de que ciertas historias están mejor donde nacieron: en el reino de la animación, donde los héroes pueden ser tan imperfectos como queramos. Pero alguien decidió que la perfección necesitaba ser corregida, que la magia requería más realismo, que los sueños se ven mejor con actores de carne y hueso.

Pero los sueños no necesitan ser reales para ser verdaderos. A veces, incluso, es mejor que no lo sean.

Tráiler de la película:

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