Amor, Mentiras y Sangre: Anatomía de una obsesión

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Amor, Mentiras y Sangre (Love Lies Bleeding) es un thriller lésbico donde Kristen Stewart y Katy O'Brien se deshacen de deseo mientras exploran los límites del cuerpo y el amor tóxico.

Amor, Mentiras y Sangre (Love Lies Bleeding) es una película molotov: caliente, sucia, rápida, combustible; es trans en la forma en que ubica sus temas femeninos en un cuerpo de cine masculino: gimnasios, esteroides y asesinatos con pulso gángster. Un doble retrato lleno de estrógeno que intenta reescribir los códigos históricamente ligados a cierta idea de virilidad con una mezcla intrigante y seductora de thriller, amor queer y película de venganza. Cuando una chica con un sueño conoce a una chica sin ningún sueño, sus poderes combinados pueden cambiar el mundo.

Es 1989 y Jackie (Katy O’Brian) acaba de llegar a un pequeño pueblo de Nuevo México: es una fisicoculturista vagabunda, determinada a llegar a Las Vegas para las competencias nacionales. Después de dormir debajo de un puente y de un dudoso encuentro en un estacionamiento con JJ (Dave Franco, magníficamente horrible), el tipo que le promete un trabajo en un campo de tiro, va a su lugar preferido del mundo: el gym, un espacio vital donde entrena ese cuerpo masivo, que le sirve para ocultar su permanente estado de vulnerabilidad emocional.

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Katie O’Brian como Jackie en Amor, Mentiras y Sangre

Amor, Mentiras y Sangre: La corporalidad del deseo

El gimnasio transpira rutina, esteroides, pueblo y los cuerpos sudorosos e hiperestilizados en primeros planos anuncia el enfoque fetichista de Amor, Mentiras y Sangre. Desde el momento en que la encargada del lugar, Lou (Kristen Stewart, con una ira contenida siempre a punto de estallar), ve a Jackie, queda hipnotizada. Su monótono mundo –la atmósfera deprimente, sucia y empobrecida de Nuevo México– se ve sacudido por este ángel con mancuernas.

La primera intimidad que tienen es a través de una aguja (símbolo yonki por definición): Lou le inyecta esteroides incluso antes de que se besen, un signo de la inminente compulsión de dos mujeres demasiado heridas como para contener cantidades nocivas de deseo, violencia y trauma. El sexo como una ventana a algo mejor.

Su dinámica de poder está en constante cambio. No sólo porque es un amor extraño, sino también porque está alimentado por un impulso de autoafirmación: para Jackie, la liberación llega a través de esculpir el cuerpo y probar sus límites físicos dentro del ámbito de los estándares de belleza del fisicoculturismo; para Lou, el romance trae un nuevo sentido de sí misma, una rebelión contra su padre (Ed Harris) –el gángster que gobierna la ciudad–, y la violencia que la condicionó a creer que los vínculos sentimentales implican la aceptación del dolor.

La química de Stewart y O’Brian es eléctrica en su amor incandescente y peligroso. Muy pronto, Jackie no soporta la toxicidad patriarcal del entorno de Lou: pierde sus contornos lógicos, se convierte en una masa de músculos reactivos al servicio de impulsos primarios y el número de cadáveres comienza a aumentar. Amor, Mentiras y Sangre está impulsada por la intensidad de sus personajes, su voluntad de estrellarse y arder en nombre del ego y la libido.

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Kristen Stewart como Lou en Amor, Mentiras y Sangre

Amor, Mentiras y Sangre: Pulp Fiction queer

Mientras el Muro de Berlín cae en la televisión, existe una creciente sensación de que el amor de Jackie y Lou podría tener un poder igualmente trascendental. La influencia de Paul Verhoeven y David Cronenberg es evidente, pero la relación lésbica en el centro de la película coloca a Amor, Mentiras y Sangre en su propio canon cinematográfico de los cines de medianoche.

Con la música contundente de Clint Mansell y la cinematografía saturada de Ben Fordesman, la película –estrenada en el Festival Sundance 2024– abraza el espíritu pulp y cargado de estática de de los años 80’s con un impulso nostálgico de neones, sintetizadores, colores llamativos, cortes de pelo extravagantes, donde Rose Glass –en su segundo largometraje, cinco años después de Saint Maud, una película de terror ambientada en un contexto de fanatismo religioso– inserta una relación caliente en un mundo hiperbólico.

Amor, Mentiras y Sangre no es un prótesis queer de moda: es un cuento de hadas al revés, frenético y psicosexual, una historia de amor en medio de sangre y manchas del aceite: un descenso al fin de la noche de la obsesión y el deseo. Una película sobre las políticas del cuerpo, en la que hay que probar sus límites. El territorio donde habita la identidad, las mutaciones y los compromisos: la búsqueda de ser algo más que carne y hueso, donde el deseo es un acto de resistencia y dibuja las líneas de fuerza que apuntan a ensoñaciones y a salir de la realidad.

Tráiler de la película:

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