La renovación de Untamed (Indomable) no era un paso previsto. La serie protagonizada por Eric Bana, concebida como miniserie, cerró su primera entrega con una resolución emocional y narrativa que bien podía ser definitiva: un caso resuelto, un protagonista en fuga de sí mismo, una naturaleza que absorbe y libera. Pero la respuesta fue inmediata. Dos semanas después de su estreno el 17 de julio, Netflix anunció su continuidad. Untamed tendrá segunda temporada.
No es difícil entender por qué. En apenas unos días, Untamed sumó 24.6 millones de vistas, alcanzó el primer puesto en el ranking global de habla inglesa, y se convirtió en una de las ficciones más vistas del mes, junto a a la temporada 2 de The Sandman y el true crime Amy Bradley Is Missing. Lo hizo sin campaña masiva, sin una IP conocida detrás, y con un actor –Bana– que venía de años de bajo perfil. El resultado fue una anomalía: una serie que toma prestado el ritmo del noir clásico, el fondo psicológico del thriller moderno y una ambientación natural que la distingue de cualquier otro contenido en cartel.

Untamed: De Yosemite al éxito global
La primera temporada de Untamed transcurre en el Parque Nacional de Yosemite. Kyle Turner (Bana) es un agente que investiga la muerte de Lucy Cook, una mujer que aparentemente cae desde El Capitán, el monolito granítico que domina el paisaje. Pero lo que parece accidente se revela crimen, y lo que parece caso se convierte en ajuste de cuentas personal: Turner no sólo desentierra secretos del parque, sino también de su propio pasado.
El tono de Untamed es seco, contenido, sin grandilocuencias. La tensión se construye en los márgenes: conversaciones, miradas, cicatrices. La dirección evita la espectacularidad; prefiere la rugosidad del terreno, el silencio de los árboles, la amenaza de lo no dicho. Y en esa estética, Untamed se aleja del policial televisivo habitual y se acerca más a Wind River o Río Místico que a Mindhunter o True Detective.
Su elenco acompaña esa lógica. Sam Neill (como Paul Souter), Rosemarie DeWitt, Wilson Bethel, Lily Santiago y Raoul Trujillo rodean a Bana con registros sobrios, en una narrativa sin subrayados. El resultado: seis episodios de construcción lenta, con un final que no busca el golpe, sino la herida. Kyle resuelve el caso, pero pierde a Paul, su amigo y antagonista. Se va del parque con una mochila menos y otra más pesada.
Cómo será la temporada 2 de Untamed
Netflix no confirmó aún si la temporada 2 de Untamed continuará la historia de Kyle Turner o si adoptará una estructura antológica. Hay argumentos para ambas decisiones. Por un lado, el personaje de Bana fue construido con suficiente solidez como para sostener una nueva investigación, incluso fuera del contexto natural. Por otro, la lógica del parque como escenario ofrece un marco ideal para historias unitarias: cada bosque esconde su propia sombra.
Los creadores Mark L. Smith y Elle Smith ya habían anticipado que Untamed fue pensada como una serie cerrada. Pero también admitieron que el elenco y la recepción los hicieron reconsiderarlo. “Era una serie de seis episodios. Pero cuando vimos el resultado, fue claro que podíamos seguir”, dijeron a Tudum. Eric Bana también se pronunció: “Estoy absolutamente encantado de poder llevar a Kyle a un nuevo viaje”, dijo en el anuncio oficial de renovación.
Si la serie continúa con Turner, la narrativa tendrá que reconfigurarse. El personaje dejó el parque, enfrentó sus fantasmas, cerró el duelo por su hijo. Llevarlo a otro caso implicaría modificar el tono o el escenario. Pero si se opta por una nueva historia, Untamed podría convertirse en una franquicia con identidad visual y dramática propia: parques nacionales, crímenes aislados, protagonistas rotos.

El éxito de Untamed y las tendencias de audiencia de Netflix
El fenómeno Untamed confirma una tendencia de la plataforma: el éxito de ficciones autoconclusivas con tono adulto y narrativa contenida. Como Beef, La Caída de la Casa Usher o The Waterfront, la serie encontró su audiencia sin necesidad de expansión masiva, universo compartido ni segunda temporada prometida. Pero a diferencia de esas otras, Untamed rompió la promesa de lo único.
Eso no es un problema si el rumbo se sostiene. La clave no está en repetir una fórmula, sino en preservar el registro. Un crimen en un parque, un personaje en crisis, una puesta que privilegie la mirada sobre la acción. Esa fue la combinación que funcionó. El resto puede cambiar. Lo que no debería cambiar es el tono: ese gris contenido, seco, narrativo, que se impone en un catálogo saturado de colores.



