La serie de Harry Potter que prepara HBO Max sigue completando su reparto. En un nuevo paso hacia la concreción del proyecto, los actores Bel Powley y Daniel Rigby fueron confirmados para interpretar a los Dursley, los tíos de Harry, en esta relectura episódica de la saga escrita por J.K. Rowling. Se trata de una de las familias más detestadas del universo mágico, personajes cuya importancia es clave en la construcción del héroe en su etapa inicial. Aún falta conocer quién interpretará a Dudley, el hijo del matrimonio.
La serie será una adaptación fiel de los libros, según la descripción oficial difundida por HBO. Cada temporada explorará en profundidad los eventos de una de las novelas, permitiendo un desarrollo más detallado que el que ofrecieron las películas estrenadas entre 2001 y 2011.
Harry Potter: El regreso de los Dursley
El anuncio de Powley y Rigby como Petunia y Vernon Dursley es más que una simple elección de reparto. Ambos personajes, esenciales en la vida de Harry Potter durante sus primeros años, representan la negación de lo extraordinario. Su hogar, número 4 de Privet Drive, no solo funciona como cárcel doméstica, sino como metáfora del mundo muggle que rechaza la diferencia.
Bel Powley, con experiencia en dramas históricos y retratos complejos como A Small Light y Masters of the Air, aporta a Petunia una sensibilidad que puede abrir nuevos matices en un personaje hasta ahora definido por la represión y el resentimiento. Por su parte, Daniel Rigby, premiado con un BAFTA por su interpretación en Eric and Ernie, cuenta con un registro actoral que combina comedia y dramatismo, ideal para un Vernon que puede oscilar entre el ridículo y la amenaza.
La serie Harry Potter busca que sus personajes no sean meras reproducciones de los ya conocidos. Si la adaptación televisiva apunta a una mayor fidelidad literaria, también podría permitirse nuevas profundidades, especialmente en personajes secundarios como los Dursley, cuya relación con Harry se vuelve más compleja a medida que la historia avanza.
Un elenco renovado y promesas de fidelidad al material original
Junto con el anuncio de los Dursley, la serie de Harry Potter ya confirmó a gran parte de su elenco principal: Dominic McLaughlin será Harry Potter, Arabella Stanton interpretará a Hermione Granger y Alastair Stout dará vida a Ron Weasley. Entre los adultos, destacan John Lithgow como Dumbledore, Janet McTeer como McGonagall, Paapa Essiedu como Snape y Nick Frost como Hagrid.
La dirección está en manos de Mark Mylod, responsable de varios episodios de Succession, mientras que la guionista y showrunner es Francesca Gardiner, reconocida por su trabajo en His Dark Materials y Killing Eve. La serie será producida por Brontë Film and TV, Warner Bros. Television y Heyday Films, con J.K. Rowling como productora ejecutiva.
HBO ha prometido una “adaptación fiel” de los libros. En contraste con las películas, que comprimieron tramas y suprimieron personajes secundarios, el formato televisivo permitirá recuperar escenas omitidas y profundizar en arcos narrativos clave. Este enfoque podría atraer tanto a nuevos públicos como a lectores históricos de la saga.
La serie de Harry Potter como operación cultural y estratégica
Desde su anuncio, la serie de Harry Potter ha sido leída como parte de la reconfiguración de Warner Bros. Discovery y su estrategia con HBO Max. En un momento de disputa por el liderazgo en el streaming, recuperar una de las franquicias más rentables de las últimas décadas funciona como apuesta segura. Al mismo tiempo, implica un riesgo: volver a contar una historia ya conocida exige justificar su necesidad.
La elección del elenco sugiere una intención clara de dar identidad propia a esta versión. No se trata de replicar el tono ni las actuaciones de las películas protagonizadas por Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint. La serie busca reinterpretar el universo, adaptarlo a nuevos lenguajes visuales y sensibilidades contemporáneas, sin alejarse de la fuente.
Falta saber cómo abordará la narrativa temas que hoy generan lecturas distintas, como el castigo a menores, la violencia institucional o la marginación. En ese sentido, los Dursley –como representación de la intolerancia y la normalidad opresiva– ofrecen un punto de partida potente. La actuación de Powley y Rigby podría ser clave para resignificar esa dimensión.
