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Alien: Earth | El retorno del horror como sistema

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Alien: Earth expande la franquicia iniciada por Ridley Scott en 1979 con una propuesta ambiciosa, política y terrorífica. Una nueva era para el universo Alien.

A lo largo de casi medio siglo, Alien ha mutado muchas veces. Desde su debut en 1979 con la obra maestra dirigida por Ridley Scott, la saga ha pasado por las manos de autores tan disímiles como James Cameron, David Fincher, Jean-Pierre Jeunet y el propio Scott en sus precuelas tardías (Prometheus, Covenant). Cada uno le imprimió su marca, pero todos giraron alrededor de una figura central: el horror encarnado en lo biológico, el miedo a lo Otro, lo invasivo, lo que rompe la membrana de lo humano.

En 2024, Alien: Romulus –dirigida por Fede Álvarez– reactivó ese legado. Su éxito de taquilla y crítica (más de 350 millones de dólares a nivel global) demostró que el apetito por este universo seguía intacto. Pero donde Romulus funcionó como un regreso clásico, casi litúrgico, la serie Alien: Earth –creada por Noah Hawley, con fecha de estreno el 12 de agosto en Disney+– se plantea como algo más audaz, se posiciona como una reconstrucción filosófica, política y estética del universo Alien.

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Sydney Chandler como Wendy en Alien: Earth

De la bestia al sistema: La saga Alien muta con su tiempo

Cuando Ridley Scott imaginó la Nostromo, la dotó de grasa, humo, calor. El espacio no era limpio ni aséptico, sino industrial, obrero y decadente. La tripulación no eran héroes, eran trabajadores. Y el Xenomorfo no era solo un monstruo, era una fuerza que emergía del inconsciente colectivo post-Vietnam, post-Watergate, en plena paranoia biopolítica.

Después vino James Cameron, y con Aliens (1986) convirtió el horror íntimo en espectáculo bélico. El Xenomorfo dejó de ser uno y pasó a ser muchos, una colmena. El enemigo ya no era lo desconocido, sino lo extranjero, lo femenino, lo colectivo. Años después, David Fincher llevaría la saga al nihilismo carcelario en Alien 3 (1992), y Jeunet la sumergiría en el grotesco con Alien: Resurrection (1997).

A comienzos de los 2000, con la era del crossover (AVP: Alien vs. Predator), la franquicia parecía agotada. Hasta que Scott volvió, y en lugar de repetir la fórmula, abrazó la metafísica con Prometheus (2012) y Covenant (2017), que introdujeron temas como la creación, el pecado original, el androide como demiurgo. El terror se volvió teológico.

La serie Alien: Earth hereda y sintetiza muchas de estas capas –el terror físico, la paranoia laboral, la crítica al capitalismo galáctico, la angustia existencial–, pero las reinterpreta desde el lenguaje contemporáneo, al adoptar el formato serial, pone al híbrido como figura central y convierte el terror en un dispositivo político.

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Sydney Chandler como Wendy en Alien: Earth

Alien: Earth y la expansión política del universo Alien

Ambientada en 2120, dos años antes del film original, Alien: Earth se sitúa en el umbral de lo conocido. Pero, a diferencia de sus predecesoras, no teme alejarse de la fórmula del “monstruo en la nave”. De hecho, su propuesta es más ambiciosa, mostrar el estado de la Tierra, su decadencia política, la centralidad de los sintéticos, los dilemas éticos de la manipulación genética.

La serie no necesita largos monólogos explicativos, su mundo es atmosférico, sugerente. La Tierra aparece como un planeta quebrado, burocrático, fragmentado. Las corporaciones –esas fuerzas invisibles y omnipresentes en toda la saga– se insinúan como poderes detrás del poder. Y los sintéticos, ya no meros instrumentos, comienzan a reclamar su lugar como especie pensante.

El personaje de Wendy (Sydney Chandler), una híbrida que transita de la inocencia a la conciencia, continúa la línea de figuras liminales que han marcado la saga. No es del todo humana ni completamente máquina, tampoco encaja del todo como víctima o heroína. Su arco recuerda tanto a Ripley como a David (el androide de Prometheus), aunque desde un enfoque más emocional, incluso maternal.

El elenco –que incluye a Timothy Olyphant, Babou Ceesay y Samuel Blenkin– refuerza esta idea de humanidad fragmentada. Cada personaje arrastra sus propios fantasmas, sus contradicciones, sus alianzas inestables. No hay buenos ni malos, son sobrevivientes en un sistema descompuesto.

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Alex Lawther como CJ en Alien: Earth

Alien Earth y el renacer del horror espacial

Pese a su densidad conceptual, Alien: Earth no olvida su raíz como body horror. Cada aparición del Xenomorfo es una coreografía del espanto, una secuencia de sangre, saliva y respiración. El diseño de las criaturas, a cargo de un equipo de efectos prácticos y CGI sutil, respeta el legado de H. R. Giger y lo potencia con nuevas formas de pesadilla.

Además, se introducen nuevas especies más extrañas, más amorfas, más difíciles de clasificar. Y eso es clave: el miedo crece cuando no tiene nombre.

Los escenarios –corredores estrechos, laboratorios oscuros, módulos saturados de tubos y vapor– intensifican la claustrofobia. La estética retrofuturista no está allí como decoración, sino como discurso. Una tecnología antigua que encierra un mundo que nunca fue nuevo.

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Los Xenomorfos de Alien: Earth

Más allá del Xenomorfo: Identidad, cuerpo y control en Alien: Earth

Uno de los ejes temáticos de la serie es la pregunta por la identidad. ¿Cuándo dejamos de ser nosotros? El concepto filosófico de la Nave de Teseo –cuánto de un cuerpo puede ser reemplazado sin perder su esencia– atraviesa la trama, sobre todo en los personajes híbridos.

Y aunque el arco de los Lost Boys (otros híbridos experimentales) es el punto más flojo de la serie –por momentos torpe, por momentos irritante–, el conjunto funciona. El relato toma forma como un organismo vivo, imperfecto, mutante, inquietante.

Alien: Earth es una precuela que reafirma que el horror sigue vigente porque el sistema que lo produce sigue vivo. Noah Hawley –conocido por convertir lo absurdo en arte en Legion y Fargo– aporta una sensibilidad autoral que respeta y desafía al mismo tiempo.

Con Romulus conquistando la taquilla y Earth consolidando la narrativa televisiva, el futuro de Alien parece, por fin, coherente y prometedor. El Xenomorfo ya no es solo un monstruo, sino un síntoma de un mundo enfermo que se niega a morir.

DISPONIBLE EN DISNEY+.

Tráiler:

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