The Man of Steel (1986): John Byrne reescribe el mito de Superman

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The Man of Steel (1986) redefinió el origen de Superman tras Crisis en Tierras Infinitas, adaptándolo al contexto cultural y editorial de los 80.

En 1986, The Man of Steel, escrita y dibujada por John Byrne, inauguró una nueva etapa para Superman y para la industria del cómic. No fue un movimiento aislado, sino parte de un proceso más amplio de transformación que atravesaba el cómic estadounidense desde principios de los años ochenta. La publicación de Crisis en Tierras Infinitas (1985-1986) llevó a DC Comics a reorganizar su universo compartido, simplificar la continuidad y adaptar a sus personajes a las exigencias culturales, editoriales y tecnológicas del período.

La decisión de reescribir el origen de Superman fue una respuesta a desafíos acumulados durante décadas. Por un lado, la necesidad de actualizar al personaje para una nueva generación de lectores; por otro, la búsqueda de un orden narrativo más claro en un contexto donde el colapso del multiverso evidenciaba los límites del modelo anterior. The Man of Steel operó como una redefinición estructural del personaje: un Superman más humano, con una identidad centrada en Clark Kent y anclado en los valores, dilemas y lógicas culturales del mundo contemporáneo.

The Man of Steel funciona como pieza clave en la construcción del Superman moderno. El relato traslada el foco desde la herencia kryptoniana hacia la identidad humana del héroe, reduce los elementos fantásticos y reconfigura las relaciones del personaje con su entorno. El origen se vuelve más funcional, centrado en dinámicas familiares, vínculos emocionales y un marco social reconocible. Esta operación no solo responde a criterios de desarrollo, sino que refleja una adaptación a los valores culturales y económicos del presente, donde el mito clásico cede lugar a una figura más racional, contenida y compatible con las sensibilidades del final del siglo XX.

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The Man of Steel (1986) de John Byrne

The Man of Steel (1986): El cómic en el contexto político de Estados Unidos

Hasta mediados de los años ochenta, Superman representaba un paradigma clásico de heroísmo. Su origen, creado en 1938 por Jerry Siegel y Joe Shuster, respondía a las necesidades culturales de la Gran Depresión y a una matriz mítica centrada en el inmigrante, el outsider y la utopía social. Durante la Edad de Plata, el personaje acumuló una mitología expansiva: superperros, ciudades embotelladas, viajes en el tiempo, duplicados, universos paralelos y un catálogo casi ilimitado de variantes que lo alejaban de cualquier forma de realismo.

Sin embargo, esa sobrecarga comenzó a mostrar signos de desgaste. Por un lado, el desarrollo de Marvel Comics en la década de 1960 introdujo un modelo de superhéroe más humano, vulnerable y emocionalmente complejo, que conectaba mejor con las sensibilidades juveniles del momento. Por otro, el propio cambio sociopolítico de Estados Unidos –el colapso del consenso de posguerra, la crisis del petróleo, Vietnam y Watergate– erosionó las bases ideológicas sobre las que se había construido la imagen del héroe invulnerable y perfecto.

A nivel editorial, Superman enfrentaba además una caída sostenida en ventas. El personaje había dejado de ser central para las nuevas generaciones, desplazado por figuras más oscuras y ambiguas como Batman —cuya reinvención con Year One llegaría casi en paralelo—, Wolverine o The Punisher. Crisis en Tierras Infinitas funcionó como catalizador para tomar decisiones radicales: desmantelar el exceso de continuidad, simplificar la mitología y reescribir el origen desde cero.

La elección de John Byrne –una de las figuras más reconocidas de Marvel, responsable de la consolidación de los X-Men junto a Chris Claremont– no fue menor. DC buscaba no solo talento, sino también legitimidad creativa para reposicionar a Superman dentro del mercado contemporáneo.

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Superman y Batman en The Man of Steel de John Byrne

The Man of Steel y la modernización del origen de Superman

The Man of Steel es una miniserie de seis números publicada entre julio y octubre de 1986. Su función no es contar una historia episódica sino reescribir la biografía del personaje. Cada número aborda un momento fundacional: el origen en Krypton, la adopción en Smallville, el surgimiento de Clark Kent como periodista, el primer encuentro con Lois Lane, la aparición pública de Superman y su integración al mundo de los superhéroes.

El primer gesto de Byrne es desmontar la noción de Superman como “hombre de dos mundos”. En esta versión, la identidad central no es Superman sino Clark Kent. Krypton es retratado como un planeta frío, estéril y emocionalmente distante. La familia biológica de Kal-El desaparece como núcleo afectivo; el verdadero lazo se construye con Jonathan y Martha Kent, quienes pasan a ser los artífices morales y emocionales del personaje.

Otro cambio decisivo fue la eliminación de Superboy. En la continuidad previa, Clark había sido Superboy en su adolescencia, pero Byrne lo suprime para evitar contradicciones internas en la línea temporal, especialmente respecto a la existencia de la Legión de Super-Héroes en el siglo XXX.

Además, se reducen las capacidades del personaje. Superman ya no es omnipotente: pierde habilidades como la telepatía, la superhipnosis o el viaje en el tiempo a voluntad. La kryptonita y la magia siguen siendo sus debilidades, pero se introduce también un énfasis en sus límites físicos y emocionales.

El papel de los personajes secundarios se redefine con claridad en esta nueva etapa. Lois Lane adquiere una imagen más autónoma y profesional, distanciándose de versiones anteriores donde su rol tendía a ser más dependiente o centrado en el interés romántico. Se presenta como una mujer ambiciosa y competitiva, reflejo de los cambios sociales y laborales que marcaron la década de 1980, cuando el avance femenino en el ámbito profesional comenzó a ganar visibilidad y representación en los medios.

En contraste, Lex Luthor abandona la figura del científico loco para transformarse en un magnate corporativo, representación del capitalismo tardío y sus excesos. Esta nueva caracterización dota al antagonista de un papel más ajustado al contexto económico y político de la época, centrado en el poder económico, la corrupción empresarial y el conflicto entre la ética y los intereses corporativos. Así, el villano se convierte en un reflejo de las fracturas sociales propias de los años ochenta, agregando un nivel de complejidad que trasciende la mera oposición física al héroe.

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Martha Kent en The Man of Steel

Cómo The Man of Steel redefinió la estética, la identidad y el poder de Superman

Más allá de los cambios en la historia, The Man of Steel propone una estética basada en el realismo aplicada al género superheroico. Byrne opta por diseños arquitectónicos, urbanos y tecnológicos que remiten a un mundo reconocible: Metropolis se presenta como una ciudad corporativa, con entornos funcionales y tecnologías plausibles dentro del marco contemporáneo.

Esta operación no es meramente visual, sino profundamente ideológica. Superman deja de ser el emblema de una utopía colectiva para transformarse en un sujeto integrado al orden liberal. Su ética ya no está centrada en la defensa de los desposeídos –como en su versión original de 1938– sino en una moral de responsabilidad individual. Es el ciudadano modelo, protector de un orden institucional antes que agente de transformación social.

Lex Luthor como empresario criminal no es un dato menor: simboliza la transición del villano clásico –el genio loco– hacia la figura del capitalista depredador. The Man of Steel refleja las dinámicas del mundo post-Reagan, donde la corrupción y la concentración económica se convierten en amenazas más verosímiles que los extraterrestres o los científicos desquiciados.

Byrne también introduce un cambio fundamental en la relación entre poder y secreto. Clark Kent no es una máscara, sino la identidad verdadera. Superman es una extensión de su voluntad ética, no una impostura. Esta inversión responde a un cambio cultural profundo: ya no se trata de ocultar quién se es, sino de gestionar públicamente las identidades dentro de una sociedad de exposición constante.

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Henry Cavill como Superman en Man of Steel de Zack Snyder

El legado de The Man of Steel: La película de Zack Snyder

The Man of Steel tuvo un impacto inmediato y duradero. Durante casi dos décadas, este origen fue la base de la continuidad oficial de DC. Sus decisiones moldearon no solo a Superman, sino también la forma en que otros personajes serían pensados en adelante.

A nivel audiovisual, la influencia es directa. La película Man of Steel (2013), de Zack Snyder, retoma varios elementos de la versión de Byrne: la representación de Krypton como sociedad tecnocrática y distante; la centralidad del vínculo con los Kent; la idea de que Clark es la identidad verdadera; la reconfiguración de Superman como figura de frontera entre lo humano y lo alienígena. Incluso la presencia de un Luthor corporativo y el conflicto con Zod encuentran antecedentes claros en esta etapa.

Sin embargo, la propuesta también generó resistencias. Para algunos lectores, la eliminación de elementos clásicos –como la familia extendida kryptoniana, la versión juvenil de Superboy o los rasgos más fantásticos del personaje– representó una pérdida en términos de legado y continuidad. Otros cuestionaron el desplazamiento de Superman hacia un modelo demasiado alineado con el orden neoliberal, donde la defensa del statu quo reemplazaba cualquier impulso de cambio social.

La familia biológica de Kal-El desaparece como núcleo afectivo; el verdadero vínculo se establece con Jonathan y Martha Kent, quienes se convierten en los pilares morales y emocionales del personaje. Además, tras Crisis en Tierras Infinitas, Supergirl fue eliminada del universo principal con su muerte, por lo que The Man of Steel reescribe el origen de Superman sin su presencia, consolidando un universo más centrado y coherente.

Estas discusiones explican, en parte, por qué DC optó más tarde por reintroducir el multiverso y restaurar elementos de continuidad anteriores. The Man of Steel fue tanto una respuesta al colapso de la continuidad como un ensayo sobre los límites del realismo en el género de superhéroes.

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Superman en The Man of Steel

El impacto cultural de The Man of Steel

The Man of Steel no es solo una actualización del origen de Superman. Funciona como una operación de reescritura cultural que responde a los dilemas de la modernidad tardía: cómo administrar la memoria, cómo construir la identidad y cómo negociar la relación entre lo individual y lo colectivo cuando los grandes relatos han perdido centralidad.

John Byrne entiende que Superman ya no puede ser el campeón ingenuo de la Edad de Oro ni el demiurgo omnipotente de la Edad de Plata. Su propuesta desplaza al héroe hacia una figura más contenida, más humana y, al mismo tiempo, más compatible con las formas dominantes de poder, orden y racionalidad propias del mundo contemporáneo.

A casi cuatro décadas de su publicación, The Man of Steel permanece como un registro preciso de su tiempo y como una pieza fundamental para entender la transformación del mito de Superman. Su influencia trasciende el cómic e influye en el cine, la televisión y las producciones actuales sobre el heroísmo, la identidad y las formas de pertenencia en sociedades marcadas por la fragmentación.

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