En el cine de terror parece haber dicho todo: demonios, posesiones, exorcismos, fantasmas, criaturas que se alimentan de la fe y el miedo. Pero cada tanto aparece una película que decide preguntarse qué queda cuando el horror se mezcla con los relatos fundacionales de la religión. El Hijo del Carpintero (The Carpenter’s Son), dirigida por Lotfy Nathan, revisa episodios poco transitados de la infancia de Jesús y los lleva al terreno del miedo explícito.
La película, inspirada en el Evangelio de la Infancia de Tomás, un texto apócrifo que circuló entre los siglos II y III, explora historias que nunca entraron en los relatos canónicos del mito cristiano: un niño con poderes extraordinarios, a veces milagrosos, a veces crueles, capaz de resucitar un pájaro con un gesto pero también de lanzar maldiciones que caen sobre quienes lo desafían. Desde esa materia incómoda, Nathan construye un relato que busca ser tanto una fábula bíblica como una película de terror.
El Hijo del Carpintero: Nicolas Cage enfrenta el terror sobrenatural
El Hijo del Carpintero tiene en su centro a Nicolas Cage, que interpreta al Carpintero. No se lo nombra como José, pero todo en el personaje remite a él: un hombre que intenta mantener la fe mientras protege a su familia de un entorno opresivo, marcado por la ocupación romana en Egipto hace dos milenios. Cage, acostumbrado a papeles extremos donde puede desplegar su intensidad, encarna aquí un rol distinto: contenido, cargado de dudas, atrapado entre la piedad y el miedo.
El Carpintero se enfrenta a un doble frente: por un lado, las fuerzas políticas y militares que gobiernan la región; por el otro, lo inexplicable que habita bajo su propio techo. Su hijo, interpretado por Noah Jupe, no es solo un niño rebelde: es alguien que parece alterar la naturaleza misma del mundo, alguien que convoca lo sagrado y lo siniestro en la misma respiración.
La tensión narrativa se construye en torno a las decisiones del Carpintero. Cada vez que elige proteger o reprimir a su hijo, cada vez que busca comprenderlo o controlarlo, desencadena consecuencias que lo superan. Cage juega con esa incertidumbre: su mirada oscila entre el amor paterno y el espanto frente a lo que el niño encarna.

FKA Twigs: La Madre y la herida emocional
A su lado aparece FKA Twigs, que viene de un papel central en la versión 2024 de El Cuervo (The Crow). Aquí interpreta a la Madre, un personaje diseñado como contrapunto emocional. Su presencia matiza la tensión entre lo religioso y lo terrorífico, aportando un registro más íntimo: es la mujer que ama, sufre y teme por su familia.
Su actuación se convierte en el puente con el espectador. Mientras el Carpintero parece debatirse entre la fe y el espanto, y el Niño despliega un poder que nadie comprende, la Madre encarna la vulnerabilidad, la pregunta sencilla: ¿cómo proteger a los propios cuando lo que se desata es más grande que cualquier fuerza humana? Esa dimensión emocional impide que la película se convierta solo en una exhibición de horrores sobrenaturales: la devuelve a la escala doméstica, al drama de una familia que intenta sobrevivir.
El Niño y el evangelio maldito
El corazón de El Hijo del Carpintero es el personaje del Niño. El mito cristiano suele hablar de la infancia de Jesús en términos idealizados, como un tiempo de pureza e inocencia. El Evangelio de Tomás, en cambio, lo muestra como un niño con un poder inmenso y peligroso. Lotfy Nathan recupera esa figura y la lleva al extremo: lo que en el texto apócrifo aparecía como anécdotas ambiguas –un niño que maldice a otro que lo molesta, que juega con el barro para darle vida a un ave– aquí se transforma en la materia misma del terror.
El Niño de Jupe no es un monstruo, pero tampoco un santo. Es una figura liminal que obliga a pensar en el origen de lo divino como algo perturbador, inquietante, incluso amenazante. El Hijo del Carpintero se pregunta qué significa convivir con alguien que puede torcer la realidad a su antojo, y qué clase de fe o de moralidad puede sostenerse en esas condiciones.
Tocar la infancia de Jesús desde el cine de terror significa entrar en un terreno incómodo. Pero la apuesta de la película es recuperar relatos olvidados, aquellos que fueron considerados heréticos, y usarlos para repensar los vínculos entre lo sagrado y lo monstruoso en la tradición del terror bíblico –ese que alguna vez exploró William Friedkin en El Exorcista o Darren Aronofsky en Noé y Mother!– pero con una vuelta de tuerca radical. Aquí no hay demonios externos ni plagas apocalípticas: el horror está en el propio seno de la familia, en el hijo que debería traer esperanza y que en cambio despierta temor.
El Hijo del Carpintero: Producción y lanzamiento internacional
Rodada en Megara, Grecia, El Hijo del Carpintero buscó locaciones que evocaran la textura del mundo bíblico sin recurrir a escenografías artificiales. Cuevas naturales, aldeas en piedra y paisajes áridos se convirtieron en escenarios que aportan autenticidad y densidad visual.
La película combina la fotografía de ambientes naturales con un diseño sonoro pensado para intensificar lo ominoso: los silencios, los susurros, los ruidos de animales invisibles se convierten en parte del relato.
El Hijo del Carpintero ya tiene garantizada su distribución internacional. Magnolia Pictures adquirió los derechos para Norteamérica, mientras que Le Pacte, Altitude e Imagem se encargarán de la llegada a Francia, Reino Unido y América Latina. La fecha de estreno todavía no fue confirmada, pero todo indica que la película se verá en salas antes de fin de año.
La estrategia de lanzamiento busca aprovechar dos factores: la popularidad inagotable de Nicolas Cage –que en los últimos años se consolidó como un actor de culto (Mandy, Dream Scenario, Pig), capaz de atraer tanto a cinéfilos como a fanáticos del género– y el atractivo de una historia que combina terror con raíces religiosas.
El Hijo del Carpintero: Un estreno que promete debate
Más allá de su eficacia como película de terror, El Hijo del Carpintero se perfila como una obra que generará debate. Para algunos, será un gesto irreverente que toca fibras sensibles de la tradición cristiana. Para otros, será una oportunidad de repensar los relatos bíblicos desde un ángulo distinto, lejos de la solemnidad habitual. ¿Qué significa que lo divino pueda ser también aterrador? ¿Qué clase de moralidad puede construirse cuando el milagro y el horror son la misma cosa?
Porque si el cine de terror siempre se ha alimentado de lo desconocido, pocas cosas resultan tan inquietantes como imaginar que el origen de la fe pudo estar atravesado por el espanto. Y en esa grieta entre la devoción y el miedo, El Hijo del Carpintero construye su relato.
Mirá el teaser a continuación:



