Una casa alquilada en un lago apartado. Una pareja que busca recomponer una relación en crisis. Otra pareja, inesperada, que irrumpe en ese espacio supuestamente privado. Desde ahí, Bone Lake construye su relato: un thriller erótico con pulso de horror, dirigido por Mercedes Bryce Morgan, que se interna en las tensiones íntimas y en los juegos de poder hasta derivar en un viaje sangriento. Un espacio donde deseo, manipulación y violencia se superponen hasta hacerse indistinguibles.
Estrenada en Fantastic Fest 2024, con una recepción entusiasta que incluyó un 95% en Rotten Tomatoes sobre veinte reseñas, Bone Fest llega a los cines de Estados Unidos (sin fecha confirmada en Argentina) con distribución de Bleecker Street y LD Entertainment. Su lanzamiento está previsto para el 3 de octubre, en un calendario donde también se estrenan Anemone, el regreso de Daniel Day-Lewis, y The Smashing Machine de Josh Safdie. En ese contexto, Bone Lake se propone recuperar una tradición perdida: la del thriller erótico como espacio para el riesgo, el humor y la desmesura.
La directora Mercedes Bryce Morgan señala que la atrajo la dualidad del proyecto: entretenimiento visceral y, al mismo tiempo, un retrato de las dinámicas de pareja. El guion de Joshua Friedlander explora la fragilidad de las relaciones bajo presión y la facilidad con que la intimidad puede transformarse en un campo de batalla.

Bone Lake y el regreso del thriller erótico
El thriller erótico tuvo su auge en los años 80 y parte de los 90. Luego se diluyó, desplazado por el mercado directo a video y la proliferación de pornografía online que redujo el interés en relatos donde la tensión sexual era el centro de gravedad. La última década insinúa un retorno: películas como The Voyeurs, Deep Water, Sanctuary, Strange Darling y Babygirl marcan una tendencia a revisitar el género con una perspectiva siglo XXI.
Bone Lake recupera convenciones del género –el deseo como fuerza desestabilizadora, la manipulación como estrategia narrativa, la violencia como desenlace inevitable– pero lo hace con un humor consciente y un punto de vista femenino. Mercedes Bryce Morgan evita el exceso gratuito y construye imágenes que juegan con la ironía: desde un título que aparece sobre cuerpos desnudos en un plano inicial hasta la utilización de cortes bruscos que convierten lo erótico en absurdo.
La película evita la representación explícita: las escenas sexuales son más sugeridas que mostradas, y los cuerpos quedan tapados por encuadres ingeniosos. Esa elección estética separa a Bone Lake de los modelos clásicos y lo acerca a un lenguaje contemporáneo, más inclinado a la sátira y al comentario metacinematográfico.

Bone Lake: Producción, elenco y recepción en festivales
El rodaje de Bone Lake se desarrolló en apenas 18 días. El director de fotografía Nick Matthews –que venía de Saw X– explicó que el ritmo fue vertiginoso, con jornadas que se extendían de día a noche bajo condiciones climáticas adversas. Esa urgencia se traduce en una energía palpable en pantalla: el film se mueve con velocidad, evitando tiempos muertos.
El elenco está encabezado por Maddie Hasson y Marco Pigossi, acompañados por Alex Roe y Andra Nechita. El guion los presenta como dos parejas en contraste: Diego y Sage, atrapados en la rutina y la frustración, frente a Will y Cin, aparentemente libres y desinhibidos. El juego de espejos funciona como motor dramático: lo que comienza como seducción deriva en manipulación, y lo que parecía atracción se convierte en una trampa. El film encuentra su fuerza en ese choque, más que en el misterio o en los giros argumentales.
La película tuvo su estreno mundial en Fantastic Fest 2024 y luego pasó por el Brooklyn Horror Film Festival, donde obtuvo el premio de audiencia en bronce. Las críticas destacaron su humor negro, su capacidad de entretener y su lectura actualizada del género. Bone Lake se presenta como un espectáculo consciente de sí mismo: un film que juega con el morbo, lo ridiculiza y lo utiliza como disparador para una reflexión sobre la intimidad contemporánea.

Bone Lake: Una propuesta de horror contemporáneo
Más allá de su filiación con el thriller erótico, Bone Lake también se inscribe en un registro de horror contemporáneo que explora lo cotidiano como escenario de amenaza. La película dialoga indirectamente con obras recientes como No Hables con Extraños, que indagan en cómo la cortesía social puede volverse mortal.
El relato avanza hacia un clímax sangriento que asume su condición de espectáculo. Los últimos tramos multiplican las escenas de violencia con un tono casi festivo, donde el exceso se transforma en catarsis. No hay moraleja, pero queda una lectura clara: las relaciones que se sostienen en la incomunicación y en la apariencia son terreno fértil para el desastre.
Mirá el tráiler a continuación:
 
				 
								


