Jurassic World: Rebirth marca un nuevo comienzo para la franquicia. Ambientada varios años después de Dominion, la séptima entrega propone una historia completamente nueva, protagonizada por un elenco fresco de civiles, científicos y mercenarios que descubren los horrores de un nuevo enclave: el Sitio C, una isla secreta destinada a la manipulación genética extrema de ADN de dinosaurios. En apariencia, todo lo anterior queda atrás: no hay rastro de los personajes clásicos de Steven Spielberg ni de los protagonistas recientes. Sin embargo, un detalle temprano cambia por completo esa percepción.
En una escena inicial, el Dr. Henry Loomis (interpretado por Jonathan Bailey) menciona que fue alumno del Dr. Alan Grant (Sam Neill), el paleontólogo emblemático de la trilogía original. Es una referencia breve, pero significativa. No solo funciona como guiño para los fans de la saga, sino que además aporta continuidad emocional, ética y narrativa. Este vínculo entre el pasado y el presente reafirma que, aunque los protagonistas cambien, las preguntas fundacionales sobre ciencia, responsabilidad y vida siguen vigentes.
Más que un simple homenaje, el legado de Alan Grant se convierte en brújula moral del nuevo relato. El respeto por las criaturas extintas, la cautela ante el poder científico y la fascinación por el mundo natural son pilares que Henry Loomis hereda sin necesidad de una aparición física de su mentor. En lugar de reiterar lo anterior, Jurassic World: Rebirth opta por evolucionar la franquicia desde el legado, no desde la nostalgia.
Jurassic World: Rebirth | El Dr. Henry Loomis y la sombra de Alan Grant
El Dr. Henry Loomis es introducido como un científico escéptico, cauteloso, más interesado en observar que en actuar. Contratado como asesor para una expedición científica, pronto descubre que la verdadera misión es recolectar ADN de especies alteradas genéticamente en medio de un ecosistema salvaje. Es en ese momento cuando uno de los personajes menciona que, como su mentor Alan Grant, debería ver a los dinosaurios en su ambiente natural. Esa mención lo impulsa a sumarse al terreno.
La referencia al Dr. Grant no solo es un motor dramático: establece una línea de continuidad ética. Loomis no es un aventurero ni un mercenario: representa el pensamiento científico clásico, con sus dudas y su sentido de la proporción. La película sugiere que Grant ahora lleva una vida tranquila como docente, pero su influencia sigue moldeando a quienes se enfrentan a las consecuencias del desborde genético.
Este tipo de herencia simbólica también define el arco de Henry Loomis. Su admiración por Grant funciona como ancla emocional cuando las cosas se descontrolan. En varios momentos de Rebirth, Loomis recuerda los principios de su maestro frente al caos: no intervenir más de lo necesario, respetar los límites de la ciencia, y no olvidar nunca que los dinosaurios no son mascotas ni armas.
El Dr. Grant sigue presente en Jurassic World: Rebirth
Mientras Dominion optó por reunir a las figuras clásicas en un acto de cierre nostálgico, Jurassic World: Rebirth toma una decisión más audaz: cortar el cordón umbilical y avanzar. No hay cameos, ni menciones directas a Ellie Sattler o Ian Malcolm. En cambio, se apuesta por una renovación narrativa con nuevos peligros, como los Mutadons o el Distortus Rex: criaturas creadas a partir de una ciencia sin límites.
En este contexto, el vínculo de Henry Loomis con Grant funciona como ancla emocional. Rebirth no cae en el fan service fácil; en lugar de eso, ofrece una herencia simbólica. El Dr. Grant no está físicamente, pero su ética científica permanece latente. Es una manera inteligente de rendir tributo sin detener el relato, algo que pocas franquicias logran equilibrar con elegancia.
Además, esta conexión es útil para nuevos públicos: quienes no vieron las primeras películas pueden leer a Alan Grant como una figura ausente pero formativa. Y para los fans, es una manera respetuosa de decir que el personaje sigue vivo, enseñando, transformando la historia desde fuera de campo.
Hacia dónde se dirige la saga Jurassic Park
La presencia de Henry Loomis como sucesor espiritual de Alan Grant abre puertas hacia posibles desarrollos futuros. ¿Podría volver Alan Grant como mentor? ¿Como voz crítica ante una nueva crisis genética? La película no lo necesita, pero deja espacio para que ocurra. Lo importante es que Jurassic World: Rebirth demuestra que puede caminar sola.
El gran acierto de esta entrega es reconocer que la saga debe reinventarse, pero sin olvidar sus raíces. El respeto por la vida, el temor ante el exceso científico y la humildad frente a lo desconocido son temas que siguen vigentes, incluso con nuevas caras y nuevos monstruos.
En este sentido, el legado de Alan Grant no es solo una anécdota o una mención aislada. Es un punto de partida para una nueva generación de relatos que entienden que lo importante en Jurassic Park no eran solo los dinosaurios, sino cómo los humanos elegían enfrentarse a ellos.
Jurassic World: Rebirth no necesita repetir fórmulas para rendir tributo: su fortaleza está en mirar hacia adelante, con la brújula ética del pasado.
